domingo, 23 de mayo de 2010

PERU: El mercado laboral

PERU: El mercado laboral

El crecimiento económico de marzo ha sido el más alto desde octubre del 2008, sin embrago la situación de los trabajadores no corre la misma suerte.

En los últimos días, varios informes de prensa han dado cuenta del crecimiento económico peruano en marzo que superó el 8%. Y es que en medio de este entusiasmo por regresar a las tasas de crecimiento del 2008 parece que hemos olvidado que la crisis global, nos dejó una gran lección: nuestro país es profundamente vulnerable a la crisis externas, que la fuga de capitales y la caída de los precios de los minerales acaban en cuestión de meses con el crecimiento, con el superávit fiscal y con las reservas internacionales obtenidos con años de ajuste de cinturón de todos los peruanos.

Y en este punto habría que preguntar al ciudadano de a pie si en realidad siente que su situación ha mejorado o mejor dicho si el salario le alcanza. A propósito de ello, el ex viceministro de trabajo y especialista laboral, Julio Gamero, auspiciado por el Centro de Derechos y Desarrollo CEDAL ha presentado la semana pasada un trabajo esclarecedor sobre el mercado de trabajo en el Perú.

Sin ánimo de ser aguafiestas, presentamos algunas de las conclusiones más importantes de este trabajo.

* Durante la crisis, los sectores económicos más afectados acabaron siendo los más integrados a la economía mundial, como fue en el caso de los textiles, confecciones y agroexportación. Se deterioró la participación de las mujeres en el mercado de trabajo, pues aumentó su condición de subempleadas por ingresos por horas.
* La persistencia de la redistribución inequitativa, impuesta a comienzos de los noventa, habría contrarrestado los efectos positivos del crecimiento económico. Países como Costa Rica y Uruguay, con crecimientos en sus PBI per cápita ligeramente superior al del Perú, cosechan un impacto mucho mayor en la disminución de los niveles de pobreza.
* Las unidades productivas del sector informal incorporan una combinación de empleo asalariado con trabajo familiar no remunerado como el medio para poder subsistir de una gran parte de la población que queda al margen de la trama económica.
* El mercado de trabajo de Lima Metropolitana, que es el de mayor densidad y extensión de las relaciones laborales, presenta una disminución sistemática del porcentaje de asalariados en relación con la Población Económicamente Activa (PEA) en los últimos 30 años.
* El ajuste estructural vivido a partir de los noventa consagró el deterioro en las condiciones de reproducción del empleo asalariado al igual que la imposición de un marco institucional pro empresa, lo que ha limitado la participación de los ingresos del sector trabajador como porcentaje del ingreso nacional. Si bien ha habido un aumento importante del empleo en las empresas formales debido a la última expansión económica, la tendencia no ha sido revertida.
* Se evidencia la vulnerabilidad en la que se encuentra la mayoría de la población del país y de otro lado, la disminución de la pobreza a cifras del 36% no es un indicativo suficiente de una mejora sostenible en el bienestar de la población.
* Se requiere que las políticas económicas incorporen no sólo la dimensión sectorial, sino también, una marcada orientación por microempresa con el objeto de ir cerrando la enorme brecha de productividad que hay entre una microempresa rural, por ejemplo, y una gran empresa minera.
* En el Perú, la política de promoción de la microempresa se centra en una visión espuria de la competitividad, al incorporar un régimen laboral que discrimina a unos trabajadores de otros como mecanismo de formalización, mientras que en otros países el acento se coloca en políticas sectoriales, en la generación de un entorno favorable al desarrollo de la microempresa.
* El hecho más político en la economía es el reparto del excedente económico entre utilidades, impuestos y salarios, y que depende del arreglo institucional vigente, que en nuestro caso es heredero del ajuste estructural de los noventa. Este proceso de reparto está en función directa de la capacidad de negociación de cada uno de los actores involucrados: trabajadores, empresarios y Estado. Y hoy, en el Perú el actor con más poder es, sin duda, el empresarial. (...)

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