"Está el riesgo de crear ghettos" - Diario EL PAIS - Montevideo - Uruguay
La experta italiana en políticas de inclusión habla sobre la experiencia del Panes.
Eloísa Capurro
La profesora italiana Chiara Saraceno, quien trabaja en el Social Science Research Center Berlin (una de las mayores instituciones europeas en investigación), visitó Uruguay para dar la perspectiva europea en la lucha contra la pobreza. Lo hizo en el marco de la conferencia "Viviendo en la pobreza: aportes para un impostergable diálogo social", que se realizó a principios de mayo en el Paraninfo de la Universidad de la República. La experta en temas de exclusión social y de género opinó sobre los retos que puede enfrentar nuestro país tras el Plan de Emergencia Social (Panes).
-¿Qué evaluación hace del Panes?
-Estoy de acuerdo con que, en países como Uruguay, las políticas para la familia se concentren en familias pobres. En Europa, sin embargo, los programas son universales. Pero en países donde la tasa de pobreza es muy alta, sobre todo para los niños, es importante concentrar los recursos. Sin embargo existen riesgos. Cuando nos concentramos en los pobres tenemos el riesgo de estar creando un ghetto y también de excluir a aquellos que en realidad tienen necesidades pero no son pobres. En muchos países, cuando las políticas redistributivas y los servicios sociales están concentrados sólo en los pobres, se crea con el tiempo una hostilidad por parte de la clase media y alta.
Justamente una de las discusiones de este plan fue hasta qué punto un plan asistencialista colaboraba con sacar a las personas de la pobreza.
-Al punto de no hacer cosas sólo para los pobres. Las transferencias económicas deben ser sólo para los pobres, pero es posible que otras cosas sean universales. Hay países en los que el sistema de salud público y la educación pública no son sólo para los pobres. Porque sucede que los sectores medios comienzan a pensar que pagan los tributos pero no reciben nada, y no se crea un sentimiento de solidaridad en la comunidad.
-¿Esto se ha hecho en Europa?
-Sí, en la mayoría de los países europeos la escuela pública es propiamente pública, para todos.
-¿Cómo se logra?
-El objetivo debería ser que los sectores medios retornaran al sistema público, porque esto aporta a una mejor integración de los niños y reduce el riesgo de que la calidad de la escuela pública baje. En mi país estamos viendo un riesgo. Porque, con tantas familias de inmigrantes, las clases más pudientes no mandan a sus hijos a la educación pública sino a la privada. Los inmigrantes no conocen la lengua, son pobres y culturalmente diversos. Los padres de niños italianos tienen miedo de que sus hijos no aprendan lo suficiente porque los profesores deben ocuparse de niños con más problemas. Pero todavía no es un fenómeno general.
-¿Por qué baja la calidad de los sistemas dedicados a los sectores pobres?
-Parece racional concentrar los recursos en los pobres, pero puede tener el riesgo de que bajen su calidad. Porque hay menos capacidad de pagar el servicio e interactuar con el profesor o el médico cuando se tiene menos poder cultural. También puede suceder que un profesor o un médico opte por trabajar en el sistema privado con menos problemas, para evitar la diversidad de la clase pobre, y donde se le paga todo. No se puede construir un tejido social sólo sobre la base del altruismo porque no es una motivación que dure, se debe crear un interés propio además. El altruismo sólo puede funcionar en el corto plazo, pero en el largo plazo no funciona como motivación colectiva.
-Otro de los problemas que surgió con el Panes fue el control de las contraprestaciones, ¿se vio algo así en Europa?
-Sí, esto es un problema. Es muy variable el control. En Portugal, donde hay mucha economía informal, otorgan un ingreso ciudadano, aunque hace poco. En mi país no hay un ingreso ciudadano y uno de los argumentos que se utiliza para fundamentar la decisión es que hay un riesgo de engaño muy alto. Porque sobre todo en el sur hay tanta economía informal que es difícil controlar. Mi posición es que es más alto el daño de no darle el ingreso a quien es realmente pobre que dárselo a quien engaña.
-¿Se crean hábitos duraderos de trabajo a través de las contrapartidas?
-En la idea de la contrapartida está la concepción de que el pobre no hace nada y no es así. En Italia no es verdad. Los pobres hacen de todo para conseguir dinero para cenar; les faltan recursos. Está muy extendida en Europa esta idea de que el pobre no hace nada y esto es una concepción moral negativa. Si se es pobre, algo habrá hecho. Y se piensa que sólo los pobres engañan. En esto hay que estar muy atentos.
-¿Qué modelo europeo de lucha contra la pobreza le convence más?
-Me parece interesante el modelo francés. Tiene dos instrumentos: uno es un ingreso mínimo. En este caso la contrapartida no es sólo lo que el pobre debe dar a cambio, sino también el deber del servicio social de darle algo. Por ejemplo el servicio social debe hacer un proyecto para esa persona, debe capacitarla, saber qué conoce. La segunda cosa que introdujo recientemente es la integración del salario. Si la persona trabaja al menos un cierto número de horas, se está integrado a un cierto nivel y rédito que es más que la renta mínima. Esto es un aliciente para que las personas que trabajan pocas horas estén en el mercado laboral porque es más conveniente. Y no sólo por la moral, sino también por el currículum y la capacitación.
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