lunes, 30 de noviembre de 2009

Catia La Mar desbordada

Catia La Mar desbordada

P ocas o ninguna huella tangible del deslave de 1999 quedan en la parroquia más populosa del estado Vargas. Sin embargo, otras tragedias, como delincuencia, caos vehicular, crecimiento desorganizado de la economía informal, precios escandalosos por metro cuadrado de vivienda y deficiencia en servicios públicos, se han encargado de azotar durante los últimos 10 años a los habitantes y visitantes de Catia La Mar.

Y es que a pesar de la contundencia de las lluvias durante la fatídica fecha decembrina y sus nefastas consecuencias, hoy en día los residentes de la citada parroquia temen más ser asesinados por delincuentes que arrastrados por peñonas.

"Catia La Mar tuvo el privilegio de contar con la intervención de manos extranjeras para la canalización de su principal quebrada, la Tacagua", expresó el lugareño Bernardo Páez, en alusión al convenio suscrito en 2002 entre la Comunidad Europea y el Gobierno venezolano. Este acuerdo estableció, entre otras ejecuciones, la referida canalización, el control de torrentes y la construcción de dos presas de retención de sedimentos en el tramo de 3,8 kilómetros de la quebrada, obra cumplida al 100%.

"La naturaleza hay que respetarla y uno jamás estará totalmente seguro en ninguna parte del planeta, pero en Catia La Mar las obras para mitigar los riesgos se hicieron. El miedo se centra de unos años para acá en el hampa, porque al existir tanto comercio y entidades bancarias, los choros hacen de las suyas", añadió Páez, ingeniero y con más de 35 años viviendo en la avenida La Atlántida.

El temor del vecino tiene fundamento en cifras extraoficiales que indican que en los últimos nueve años se han producido en Catia La Mar más de 500 homicidios, número que representa 30% del total de crímenes en la región y le otorga a la parroquia la batuta en materia de inseguridad. En los últimos cuatro meses de 2009 van 21 asesinatos de los 93 contabilizados en toda la entidad.

Éxodo de este a oeste. La parroquia en cuestión fue una de las menos afectadas estructuralmente durante 1999. Salvo sectores como Marapa-El Piache, Ezequiel Zamora, Los Olivos, Vista Al Mar y La Soublette, el resto del territorio comprendido entre La Lucha y La Esperanza III no sufrió mayores daños. Una de las consecuencias de tal situación fue el éxodo progresivo de litoralenses desde la zona este de la entidad (Naiguatá, Caraballeda y Macuto) hacia el oeste (Catia La Mar y Raúl Leoni, llamada ahora Urimare).

Ingrid Lango, actual jefa civil de Catia La Mar y quien durante la tragedia natural de 1999 vivía y trabajaba en la junta de vecinos del sector Los Olivos, reconoció que otro de los males que se ha acentuado con el transcurrir de los años ha sido el crecimiento desmedido de la economía informal. "Hay alrededor de 800 personas dedicadas a ganarse la vida honestamente, pero en la calle y en poco tiempo van a tener respuesta con la construcción del mercado en La Zorra, lo que seguramente les permitirá organizarse mejor, y a los transeúntes ir por espacios despejados", dijo.

Destacó Lango que uno de los aspectos que jamás olvidará de aquel nefasto diciembre y que hoy en día aplica en sus actividades cotidianas "es ayudar al necesitado, ser solidarios. Gente de la misma cuadra que no se hablaba, se habló para arrimarse el hombro. No sabíamos si era sábado o lunes, pero sí sabíamos que había un vecino presto a tendernos una mano y protegernos".

Caos urbano. No hay cifras oficiales acerca del número de

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