Una reforma que no puede esperar más
Ángel Gurría
La reforma fiscal es la gran asignatura pendiente de México. Es una máxima que venimos escuchando desde hace años, pero que cobra más vigencia que nunca en el actual contexto. Pese a algunos signos de recuperación económica, el déficit presupuestario y la necesidad de proteger a aquellos sectores más afectados por el desempleo y la desaceleración hacen especialmente urgente la modernización de nuestro sistema fiscal. La crisis global ofrece una oportunidad única en nuestra historia para llevar a cabo esta reforma que nuestro país tanto necesita.
México necesita un sistema fiscal moderno, competitivo y más justo, que permita al gobierno recaudar lo suficiente para hacer frente al actual desafío económico y estar preparado para posibles contingencias futuras. Necesitamos gastar más y mejor, pero para ello hay que recaudar primero, y aquí enfrentamos serias deficiencias estructurales: una base fiscal reducida y niveles de ingresos fiscales entre los más bajos del planeta, excesivamente dependientes del petróleo.
Con una presión fiscal de 21% del PIB frente a 36% de media en los países de la OCDE, una de las principales tareas radica en ampliar la base fiscal. Entre otros aspectos, debemos impulsar medidas que favorezcan la fiscalización del sector informal, como se hizo por ejemplo con la introducción del impuesto a los depósitos en efectivo. Al mismo tiempo, hay que facilitar la progresiva formalización de la economía informal, con incentivos como la reducción de las contribuciones sociales en los empleos de menor calificación o la eliminación de la actual dualidad en materia de protección social....
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