En la Economía informal para salir adelante | Ediciones Impresas Milenio
Los golpes en la puerta de la humilde vivienda son desesperados, impacientes. Lolita con cierto enojo la abre. La respuesta es desalentadora para su interlocutora. No, de veras que no puedo; si pudiera se lo daría; lo que podríamos hacer es comentarles a los vecinos y hacer una cooperación para que usted recabe el dinero y pueda comprar las medicinas.
Los ojos de María Elena se cristalizaron.
“Esta semana me toca cubrir los gastos de mi hermano. Ya ve que los medicamentos son caros, casi 5 mil pesos semanales para curar el cáncer. Ya ve que en nuestra familia nadie tiene acceso al seguro social, siempre no hemos dedicado al trabajo por nuestra cuenta; pero quién quiere trabajar más de 8 horas por 50 pesos al día”.
María Elena, de unos 40 años, giró sobre sí misma, con el único objetivo de ampliar sus ventas. Vecina de la colonia La Romana, desde hace más de 15 años, se dedica a la venta de ropa.
Maria Elena Manríquez, vende, cuando puede, en las oficinas de gobierno de los ayuntamientos de Naucalpan y Tlalnepantla. Cuando el PRI, gobernaba, era más fácil vender entre los trabajadores. Con el PAN, en el gobierno, ya retiraron hasta a los ambulantes que se establecían en las cercanías del palacio.
Es una manera, complicada, pero gana uno para solventar sus necesidades.
Aún conserva algunos clientes de las anteriores administraciones. Utiliza su domicilio como casa de ventas y los domingos vende en el tianguis de la colonia La Romana.
Ella es sólo en un ejemplo de miles de personas que han optado por la economía informal en el Estado de México, ante la falta de empleos bien remunerados.
Según cálculos de la Secretaría del Trabajo, del total de la población ocupada en la entidad, más de un millón y medio se encuentran insertos en este tipo de actividades.
Para María Elena, es una forma de subsistir, en un mal necesario. Anuncia ofertas, tiene que aumentar sus ventas para enfrentar los gastos de una de las enfermedades crónicas degenerativas más caras.
El cáncer que padece Julio, su hermano, lo enfrenta la familia, dice, “todos aportamos, esta semana me toca pagar los gastos de los medicamentos, cerca de cinco mil pesos. Ojalá y mis vecinos hagan la coperacha.
Ana Salazar
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