martes, 22 de diciembre de 2009

El trabajo informal, el más dinámico de las economías latinoamericanas

A pesar del crecimiento económico de los últimos seis años, la desigualdad se acentuó en los países de la región. La directora de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para América latina, Marta Pacheco, destaca que, de continuar esta tendencia, habrá más informalidad y baja productividad en el empleo. Al mismo tiempo, advierte que el compromiso social de las empresas es capacitar a sus empleados para que desarrollen sus potencialidades y no proveerlos de trabajo excesivo y rutinario.
América latina y se observa la realidad laboral de los jóvenes, las perspectivas no resultan muy alentadoras. En la región, “hay 22 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan y el único empleo que crece es el informal”, señaló Marta Pacheco, directora del Centro Interamericano para el Desarrollo del Conocimiento en la Formación Profesional (Cintefor), un organismo dependiente de la OIT. La especialista visitó Buenos Aires para participar del XXI Congreso Interamericano de Gestión Humana organizado por la Asociación de Recursos Humanos de la República Argentina (ADRHA). Y durante su presentación, trazó un panorama de la situación del empleo a nivel regional, al tiempo que aportó algunas soluciones.

“Hasta el año 2008, se registró un importante crecimiento económico en Latinoamérica. Sin embargo, la desigualdad, lejos de disminuir, se incrementó y la pobreza ronda el 40%‘” dijo la funcionaria. “De cada 100 empleos que se crean en nuestros países, 61 son informales, es decir, que no aportan a la seguridad social. En tanto, tenemos los mismos índices de pobreza que en la década del 80 y la productividad también se estancó”. agregó. En los últimos 30 años, mientras el empleo formal creció 2%, la productividad lo hizo un 1,5%.

“La recuperación económica no estuvo acompañada por la creación de trabajo decente”, señaló Pacheco, aludiendo a la definición de trabajo formal, con buenos salarios, sin discriminación y con posibilidades de capacitación que permita el progreso social de los trabajadores. En tanto, la crisis global desatada tras la explosión de la burbuja subprime a fines de 2008, no hizo sino empeorar las cosas: “Hubo una desaceleración del crecimiento en la región del orden del 1,9%, mientras que el desempleo urbano pasó del 7,9% al 8,3%. Esto hizo que se sumaran 18 millones de personas a las filas de los desocupados.”

“El problema -sostuvo la especialista colombiana-, es que “existe en nuestros países una alta heterogeneidad productiva”. Mientras hay nichos de alta productividad en sectores muy tecnificados y reducida demanda de mano de obra, el 98% de las empresas son micro y medianas, generalmente con muy baja calidad de trabajo. En su opinión, hoy crecen las formas precarias de trabajo. El teletrabajo, que en esencia es una buena opción de empleo para sectores vulnerables, con dificultades de movilidad o mujeres con hijos pequeños, se transforma en un esquema de auto explotación, en el que el trabajador se encuentra aislado de vínculos sociales y frecuentemente se autosomete a largas jornadas de labor a cambio de ínfimos ingresos. En tanto, gran parte de los jóvenes son cuentapropistas y en el caso de las mujeres, la ocupación más frecuente es la de empleadas en el servicio doméstico, de acuerdo a Pacheco.

En busca del desarrollo

¿Cómo se puede frenar el círculo vicioso provocado por la pérdida de empleos formales, baja de ingresos, movimientos migratorios en búsqueda de mejores oportunidades y mayor presión en el mercado laboral? Sin dudas, una de las respuestas está en la educación y la mayor capacitación de las personas, porque sólo de este modo se consiguen empleos dignos y de mayor calidad.

“Las personas se formaron hace 20 años y, con las nuevas tecnologías, sus conocimientos quedan desactualizados. En este momento, hay escasez de trabajadores calificados y un déficit de competencias básicas y técnicas para la empleabilidad ”, dice Pacheco. “El desafío es, entonces, lograr que la capacitación sea permanente y responda a las necesidades del sector productivo. Se deben crear empresas sostenibles, que generen trabajo decente”. Según la experta, el compromiso social de las empresas es promover el desarrollo de sus empleados: capacitarlos para que desarrollen sus competencias, ofrecerles desafíos y no una sobrecarga de trabajo rutinario.

“La educación, la formación profesional y el aprendizaje permanente son los pilares de la empleabilidad y el desarrollo empresarial sostenible”, destacó la especialista. “Una economía sustentable se basa en el círculo virtuoso de acceso a la educación y a la calificación profesional de mejor calidad. Sólo de esta forma se logra la innovación, el incremento de la productividad, la diversificación de las economías y la productividad”, detalló.

Con esta premisa, el Cinteror, junto con una red de 50 instituciones de formación de América latina, el Caribe, España y Alemania, está promoviendo un banco de recursos didácticos, así como un sistema de certificación de competencias laborales, que permite a las diferentes instituciones compartir materiales y experiencias de capacitación en los distintos oficios. Asimismo, en su sitio web (www.cinterfor.org) , el organismo internacional posee una base de datos de especialistas y docentes en los diferentes sectores y áreas temáticas: e-learning, microempresas, oficios, entre otros.

La capacitación para el empleo es una de las medidas que se deben implementar para subsanar el déficit de calificación para el trabajo que tienen hoy las economías latinoamericanas. Esta política debe completarse con la aplicación de sistemas de garantía de calidad en los programas de educación y formación profesional, así como sistemas de certificación de las calificaciones y competencias laborales, y programas de formación integral basada en competencias profesionales. Esto sólo será posible mediante la articulación de organismos públicos y privados, y la asociación entre empresas, gobierno y universidades o centros educativos.


M.G.E

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