lunes, 23 de noviembre de 2009

MUJERES-PERÚ: Microempresarias escapan mejor de la crisis - IPS Inter Press Service

MUJERES-PERÚ: Microempresarias escapan mejor de la crisis - IPS Inter Press Service

Por Blanca Rosales *


Bordadoras microempresarias.

Crédito: Maritza Asencios/IPS

LIMA, may (IPS) - Las microempresas son una válvula de escape para la tensión social en tiempos de crisis y resisten mejor sus embates que sus hermanas mayores porque están acostumbradas a sortear dificultades, en un fenómeno positivo que se multiplica cuando las comandan mujeres.

"Los microempresarios han operado siempre en condiciones difíciles. Siempre ha habido crisis para ellos", dijo a IPS la peruana Sonia Arenaza, integrante de la no gubernamental Acción International, que desarrolla proyectos de microfinanzas en África, Asia y América Latina y cuya sede central está en Boston, Estados Unidos.

Se trata de "una realidad que se da tanto en Perú como en América Latina y, en general, en los países en desarrollo", dijo la experta.

Arenaza confirmó también que "en esta coyuntura de crisis financiera global las microempresarias enfrentan mejor sus efectos y hay diversas investigaciones que lo demuestran". "Ellas poseen un mejor comportamiento financiero y de emprendimiento", acotó.

La crisis ha llegado a Perú con una drástica caída de las exportaciones, recortes en el presupuesto y aumento de tensiones sociales, que se agrava en los sectores más vulnerables.

En ese panorama, las microfinanzas adquieren protagonismo porque inyectan recursos para que las pequeñas empresas no sucumban y mantengan el papel de flotador socioeconómico que cumplen para las capas más desfavorecidas, destacó Arenaza.

En Perú se calculan en tres millones las microempresas, conformadas mayormente por cinco trabajadores o menos, en un país con una población económicamente activa de 10,6 millones, de los cuales 35,4 por ciento son mujeres.

Las microfinanzas se ejecutan sobre todo en los países en desarrollo y son promovidas casi siempre por políticas de gobiernos, iniciativas de organizaciones nacionales e internacionales sin fines de lucro, e instituciones reguladas.

El Fondo Multilateral de Inversiones, dependiente del Banco Interamericano de Desarrollo, registra 565 instituciones de microfinanzas en América Latina y el Caribe, con ocho millones de clientes y una cartera de unos 9.200 millones de dólares, con los que se cubre a 13 por ciento de la demanda de microempresas.

Las ventajas de dirigir los productos y servicios financieros a las mujeres microempresarias, dijo Arenaza, no se limitan a las épocas de crisis.

Esto "tiene efecto multiplicador en términos de desarrollo, en primer lugar relacionado al micro emprendimiento y la mejora de su negocio, y en segundo lugar, relacionado a su hogar y las mejoras de condiciones de vida para su familia, como son la salud y educación para sus hijos", afirmó.

Las estadísticas muestran que las mujeres en cualquier área del mundo tienen siempre mejor comportamiento de pago cuando logran que se les preste, insistió la experta.

Pero además las microfinanzas deben enfocarse en las mujeres porque han sido marginadas tradicionalmente por las fuentes de crédito y porque un alto porcentaje son las más pobres entre los pobres.

Las capacidades de mujeres para combinar los papeles productivos y reproductores en las actividades de microfinanzas, hace que ellas produzcan mayor impacto en su núcleo familiar y social, agregó Arenaza.

Por ello, un programa de microfinanzas enfocado en mujeres puede tener más éxito en irradiar progreso y mejora social a un universo más amplio, detalló.

La creciente conciencia sobre la importancia de este tipo de financiación se constató en la Cumbre de las Américas celebrada en abril, donde el presidente de Estados Unidos, Barak Obama, anunció la creación de un fondo para microfinanzas destinado a promover el desarrollo en el continente.

Microscope, la institución que mide el ranking anual de los entornos microfinancieros de América Latina, situó en 2008 a Perú como el país con mayor puntaje, puesto del que desplazó a Bolivia. El ranking incluye un análisis de tres categorías: calidad del marco regulatorio, clima de inversión y desarrollo institucional.

Los otros seis países mejor situados son Ecuador, El Salvador, Colombia, Nicaragua, Guatemala y Paraguay.

NEGOCIO EXPORTADOR

En Perú se han multiplicado los grupos de mujeres que utilizan las microfinanzas para mejorar sus ingresos.

Rosa Pacheco es una de ellas. Borda estuches con motivos peruanos en la pequeña empresa Casabet, que fundó con varias compañeras como forma de generar ingresos para las mujeres más pobres de los comedores populares ubicados en los asentamientos del populoso distrito limeño de San Martín de Porres.

Las religiosas de la congregación católica San José del Sagrado Corazón les prestaron el local y les brindaron asesoría. Al año de comenzar recibieron una donación de Caritas Francia con la que compraron dos máquinas de coser y material para producir.

Desde entonces se autofinancian, comentó Pacheco.

Sus asociadas son expertas bordadoras y tejedoras a crochet y máquina, y confeccionan suéteres, bufandas, ponchos, carteras y otros accesorios. Sus productos se fabrican con materiales y motivos peruanos y su logotipo es un felino característico de la precolombina cultura paracas.

"Decidimos formar Casabet en 2004 porque ya producíamos y vendíamos, pero queríamos ser más formales y exportar", dijo Pacheco.

Casabet pertenece a la red Warmimaqui (manos de mujer, en quechua), que agrupa cinco talleres de Lima Norte, la zona de la capital con el mayor producto interno bruto del país. Ahí se concentran los distritos con más industrias y también los más poblados.

"Nos hemos juntado para comercializar. Tenemos una página web como grupo de mujeres organizadas, con un catálogo", explicó.

Su mercado está orientado a la exportación y su empresa es socia de la Central Interregional de Artesanos del Perú (CIAP).

"Mediante la CIAP, nuestros productos se venden en Francia, Bélgica e Italia, aunque con la crisis, los pedidos han bajado mucho. Tenemos además un mercado ya conquistado en Australia y Gran Bretaña", dijo Pacheco.

Casabet fue desde el comienzo mucho más que una empresa. Surgió como salida para los casos sociales más difíciles. Un taller de salud mental organizado para enfrentar la violencia que soportaban algunas mujeres condujo a sus participantes a decidir dejar de ser "casos sociales" y buscar por sí mismas una salida a su situación.

Descubrieron que varias sabían bordar y así nació la empresa exportadora actual.

NO QUERÍAN SEGUIR EXTENDIENDO LA MANO

"Creíamos que si éramos capaces de sacar adelante un comedor popular, éramos capaces de manejar una empresa para dar trabajo y generar recursos para los mismos comedores", narró a IPS Martha Vera, administradora de la empresa panadera Virgen de Nazareth, también gerenciada por mujeres.

La mala calidad de los panes que recibían en el comedor les hizo pensar en fundar una panadería. Los recursos iniciales los obtuvieron de dos organizaciones religiosas católicas e Intermón España, que les aportó 20.000 dólares. Con eso compraron un terreno y construyeron una edificación de una planta.

Veinte años después tienen dos pisos más, máquinas modernas y un camión de cuatro toneladas que les permite distribuir sus productos.

La empresa tiene dos líneas de producción, una de pan enriquecido para los desayunos en las escuelas públicas y otra dedicada a la pastelería, para la venta en tiendas de alimentos. "Además entregamos panes fortificados para Socios en Salud, una organización que apoya la alimentación de los enfermos de tuberculosis", explicó Vera.

Ellas han sido buenas pagadoras y los representantes del Estado y las instituciones con las que trabajan les cuentan que en general las mujeres cumplen con sus deudas mejor que los varones.

"Somos más responsables y conscientes. Nos tomamos con mayor responsabilidad el trabajo de la empresa. Lo asumimos como si fuera un hijo más, lo cuidamos, estamos vigilantes. Somos conscientes que, de la panadería, dependen nuestros hogares", dijo Vera.

De las 200 panaderías que trabajan con el Estado para desayunos escolares, 150 son dirigidas por mujeres.

"Nuestros hijos han terminado sus estudios, alguna ha puesto un negocio propio y somos un ejemplo para otras mujeres, así que nos sentimos muy recompensadas", finalizó Vera.

* Con aportes de Maritza Asencios (Lima). (FIN/2009)

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