ALBERTO BLANCO La permisividad de Concello y Autoridad Portuaria con los vendedores ambulantes ha colmado la paciencia de los comerciantes de Vigo, que amenazan con acudir a los tribunales si ambas instituciones no extreman el control y eliminan esta práctica. "Si no obtenemos respuesta recurriremos a los juzgados denunciando su pasividad y exigiéndoles daños y perjuicios por omisión de los deberes de las administraciones públicas", advierte el gerente de Centro Príncipe, Enrique Núñez.
Aunque la venta ambulante es ilegal, estos puestos, en los que se puede encontrar todo tipo de productos, algunos incluso falsificados, se esparcen por multitud de zonas. La calle peatonal de O Calvario se convirtió en un punto neurálgico desde su reforma. La misma imagen se repite cada día en Urzáiz, entre Príncipe y Gran Vía; y en el paseo de As Avenidas, donde la presencia de vendedores se multiplica cuando atraca algún crucero en la ciudad.
"El número de vendedores en la calle se está disparando sin que el Concello extreme la vigilancia. En O Calvario se vende incluso pescado a pie de calle. Se tiene que habilitar una zona específica y obligarles a pagar impuestos como al resto de comerciantes", propone la presidenta del sector vigués, Encarna Álvarez.
Los responsables de Centro Príncipe van más allá y alertan de que la proliferación de la venta ambulante está comenzando a repercutir en las cuentas de los establecimientos. "Se está poniendo en peligro la subsistencia de muchos negocios, ya que a algunos comerciantes les están ocasionando pérdidas de más de un 40 por ciento", estiman.
"Los vendedores ambulantes tienen mecanismos y lugares de sobra para llevar a cabo su trabajo. Hay mercadillos suficientes para que vendan sus productos sin invadir nuestras calles y hacernos una competencia desleal e ilegal", añade Enrique Núñez.
La presidenta de la asociación de empresarios y comerciantes del Casco Vello, Itos Domínguez, se suma a la demanda de los establecimientos de O Calvario y Príncipe. "Es hora de que se regule esta actividad, o la venta ambulante continuará expandiéndose sin control", vaticina.
Los propios comerciantes admiten que su control es complicado. "Cuando ven a una patrulla recogen la mercancía y echan a correr, pero vuelven a los pocos minutos", afirman. No obstante, lamentan que la vigilancia policial, tanto en el centro como en la zona portuaria, es "nula".
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