Los riesgos de la demagogia con los salarios

Ayer comenzó la discusión sobre el salario mínimo vital y móvil. Según las propuestas, el piso es de 1.400 pesos y el techo de 2.000. Así están los tantos de la puja que llevan adelante los empresarios, los gremios y el Gobierno para definir el nuevo salario mínimo, vital y móvil, que actualmente está en 1.240 pesos. El piso fue propuesto, claro está, por los empresarios. El techo, por los sindicatos. Las distintas posturas fueron presentadas en la Comisión del Salario Mínimo, podría terminar definiendo el nuevo haber mínimo. En las deliberaciones participaron, por la CGT, los dirigentes gremiales Hugo Moyano, Juan Belén, Gerardo Martínez y Carlos Ríos. Por la CTA Hugo Yasky y Pedro Waisejko. Por el sector empresario Daniel Funes de Rioja, Horacio Martínez, Pedro Echeverry, Héctor Orlando, Jorge Alvarez y Luis Duarte. También ayer, el ex ministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner, Roberto Lavagna, dijo que observa que la retracción de la actividad está provocando una importante disminución de los ingresos de los consumidores. Frente a ese escenario el economista observa que “hoy los jóvenes enfrentan serios problemas de empleo”. Ese cuadro responde a que la “economía tiene niveles de actividad que es 4% menor a la del año anterior, eso es mucha plata y ha llevado a que la población, al contar con menos ingresos, deja de consumir”, dijo el ex ministro. La visión de Lavagna muestra a las claras los riesgos de realizar anuncios megalómanos y demagógicos, que después ni las provincias y las pequeñas empresas podrán cumplir. Sin los pies en la Tierra, las negociaciones del salario mínimo pueden derivar en más empleo informal o directamente despidos. La experiencia reciente muestra a las claras que una suba masiva de salarios termina en inflación, con lo que se produce un círculo que termina devorándose el poder adquisitivo de los ingresos. La discusión, por ende, no es sobre el monto del salario mínimo, sino por el poder adquisitivo.