-La maraña de la economía informal -Menor crecimiento y menor empleo formal -Una carrera contra la pobreza
*Claudia LUNA PALENCIA
11/05/2009, 07:05:50 AM
En el marco de la economía informal nos encontramos con países que presentan distintas complejidades, manifestaciones heterogéneas para una patología que salta al exterior bajo el síndrome de la economía informal.
Los enigmas del crecimiento y el impacto en la pobreza son causas de incidencia para la economía informal aunque ningún país del orbe está exento de la pobreza porque siempre existirán grupos humanos marginados y excluidos. Los problemas del crecimiento están presentes tanto en las economías menos desarrolladas como en las industrializadas. Por ende, no puede culparse al crecimiento en exclusiva.
En cuanto al crecimiento y la pobreza, como causas de la economía informal, al utilizar únicamente esta correlación tendríamos que desmenuzar primeramente el por qué de los bajos crecimientos y de la pobreza, para lo cual abriríamos un amplio abanico de externalidades, cuantitativas y cualitativas, unas susceptibles de medición y demostrables; y otras subjetivas.
Una premisa tiene que ver con el PIB per cápita: a menor PIB per cápita, mayor propensión hacia la pobreza. Tal puede llevar a la informalidad como vehículo de subsistencia.
Si, por ejemplo, partimos de los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) encontramos que “el nivel de pobreza para toda la región llega al 25% en el promedio de los últimos 10 años después de un crecimiento del producto bruto de solamente el 2.3% anual”.
Así, del grupo de las diez economías con mayor economía informal formado por: Bolivia, Georgia, Perú, Nigeria, Tailandia, Rusia, Sri Lanka, Brasil, Turquía y México, si tomamos únicamente a Bolivia, Perú, Brasil y México para observar qué pasó en la última década del siglo XX al respecto del crecimiento de su economía y la situación de la economía informal, en los cuatro encontramos el diagnóstico de escasos crecimientos, incluso erráticos, en una década marcada por volatilidades en los tipos de cambio, con efecto dominó (efecto tequila, efecto tango) escándalos de corrupción y quiebras en diversas áreas del sector financiero.
Bolivia, Perú, Brasil y México comparten la perspectiva de crecimientos con altibajos del producto entre 1990 y 2000, afectados por crisis financieras y salida de capitales.
De acuerdo con información recabada en la Cepal, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Comunidad Andina y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México, el PIB para la década de 1990 al 2000 registró una media de 1.9% para Bolivia; 2.1% para Perú; 2.1% para Brasil; y 2.4% para México.
Con esta evolución del PIB es entendible la razón por la cual el escaso crecimiento no ha podido dar respuesta a las necesidades internas del mercado laboral.
Si por cada punto porcentual de crecimiento se generan 800 mil empleos entonces, en el caso de México, estimamos que serían necesarios crecimientos anuales sostenidos del 7.5% en los próximos 25 años para dar empleo a 20 millones de personas en la economía informal, según datos del INEGI a diciembre de 2006.
Restaría atender el rezago en la demanda laboral de años atrás y las nuevas peticiones por empleo que, año con año, son añadidas por los nuevos entrantes.
Sin embargo, con el crecimiento económico, por sí solo como correctivo para la informalidad, no bastaría para resolver la problemática. Creemos que el crecimiento es una condición necesaria más no suficiente para romper el círculo vicioso de la economía informal.
Debería aunarse, para tener un mayor éxito, la implantación de políticas fiscales en pro del estímulo empresarial, facilidades para la proliferación de microempresas y talleres; la aplicación de correctivos sociales vía la utilización de una reforma fiscal que grave a los que más tienen e impulse a los que menos.
Al crecimiento de la economía tiene que acompañársele con una serie de ingredientes sociales, políticos, financieros y económicos para que al frenarse la pobreza, suceda al mismo tiempo, una reconversión de la informalidad y la ilegalidad por la formalidad y la legalidad.
Es cierto, para ello se necesita mucha voluntad política y ésta va más allá de la construcción de simples plazas comerciales que sirven únicamente para gastar los presupuestos restringidos y que son paliativos de corto plazo.
A colación
En Panorama Social de América Latina, edición 2006, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió que “el 39.8% de la población de la región vive en condiciones de pobreza (209 millones de personas) y un 15.4% de la población (81 millones de personas) lo hace en la pobreza extrema o la indigencia”.
El llamado de la Cepal es a favor de realizar un nuevo examen de los logros y los desafíos en la región en razón de reimpulsar las estrategias del crecimiento.
Y es que un PIB bajo conduce a incrementos de la pobreza y ésta a su vez se desfoga, en parte, a través de la economía informal, vista ésta como una plataforma para la subsistencia mediante el autoempleo.
En este sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó a través de Jamele Rigolini, Omar Arias y Nora Lustig (2002) el análisis “la reducción de la pobreza y crecimiento económico: la doble causalidad”, en el que puntualizan la trascendencia de romper el círculo vicioso entre crecimiento y pobreza y las perversiones que la pobreza provoca en migración y economía informal.
Es indiscutible, que estos diez países ubicados a la cabeza de la economía informal como proporción del PIB enfrentan problemas de pobreza. Allí encontramos un punto en común compartido.
También se corrobora que en todos los países mencionados con mayor peso de la economía informal persisten problemas de un bajo PIB per cápita. La mayoría menores a los 10 mil dólares por habitante.
En América Latina, en la década de 1990, el crecimiento del PIB per cápita para la región fue del 13.3% mientras que en el quinquenio 2000 a 2004 tan sólo del 4.4% y de 2005 a 2006 del 3.1 por ciento.
La pobreza en todo momento y lugar provoca una serie de manifestaciones que, sin lugar a dudas, generarán un determinado grado de impacto en la economía informal.
Todo aquel ser humano que viva marginado, explotado o pobre es presa fácil de las actividades ilegales, informales e irregulares. Será víctima de la explotación de otras personas y de las leyes del mercado.
*Economista y columnista especializada. Es candidato a doctor por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales. Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com
*Claudia LUNA PALENCIA
11/05/2009, 07:05:50 AM
En el marco de la economía informal nos encontramos con países que presentan distintas complejidades, manifestaciones heterogéneas para una patología que salta al exterior bajo el síndrome de la economía informal.
Los enigmas del crecimiento y el impacto en la pobreza son causas de incidencia para la economía informal aunque ningún país del orbe está exento de la pobreza porque siempre existirán grupos humanos marginados y excluidos. Los problemas del crecimiento están presentes tanto en las economías menos desarrolladas como en las industrializadas. Por ende, no puede culparse al crecimiento en exclusiva.
En cuanto al crecimiento y la pobreza, como causas de la economía informal, al utilizar únicamente esta correlación tendríamos que desmenuzar primeramente el por qué de los bajos crecimientos y de la pobreza, para lo cual abriríamos un amplio abanico de externalidades, cuantitativas y cualitativas, unas susceptibles de medición y demostrables; y otras subjetivas.
Una premisa tiene que ver con el PIB per cápita: a menor PIB per cápita, mayor propensión hacia la pobreza. Tal puede llevar a la informalidad como vehículo de subsistencia.
Si, por ejemplo, partimos de los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) encontramos que “el nivel de pobreza para toda la región llega al 25% en el promedio de los últimos 10 años después de un crecimiento del producto bruto de solamente el 2.3% anual”.
Así, del grupo de las diez economías con mayor economía informal formado por: Bolivia, Georgia, Perú, Nigeria, Tailandia, Rusia, Sri Lanka, Brasil, Turquía y México, si tomamos únicamente a Bolivia, Perú, Brasil y México para observar qué pasó en la última década del siglo XX al respecto del crecimiento de su economía y la situación de la economía informal, en los cuatro encontramos el diagnóstico de escasos crecimientos, incluso erráticos, en una década marcada por volatilidades en los tipos de cambio, con efecto dominó (efecto tequila, efecto tango) escándalos de corrupción y quiebras en diversas áreas del sector financiero.
Bolivia, Perú, Brasil y México comparten la perspectiva de crecimientos con altibajos del producto entre 1990 y 2000, afectados por crisis financieras y salida de capitales.
De acuerdo con información recabada en la Cepal, Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Comunidad Andina y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de México, el PIB para la década de 1990 al 2000 registró una media de 1.9% para Bolivia; 2.1% para Perú; 2.1% para Brasil; y 2.4% para México.
Con esta evolución del PIB es entendible la razón por la cual el escaso crecimiento no ha podido dar respuesta a las necesidades internas del mercado laboral.
Si por cada punto porcentual de crecimiento se generan 800 mil empleos entonces, en el caso de México, estimamos que serían necesarios crecimientos anuales sostenidos del 7.5% en los próximos 25 años para dar empleo a 20 millones de personas en la economía informal, según datos del INEGI a diciembre de 2006.
Restaría atender el rezago en la demanda laboral de años atrás y las nuevas peticiones por empleo que, año con año, son añadidas por los nuevos entrantes.
Sin embargo, con el crecimiento económico, por sí solo como correctivo para la informalidad, no bastaría para resolver la problemática. Creemos que el crecimiento es una condición necesaria más no suficiente para romper el círculo vicioso de la economía informal.
Debería aunarse, para tener un mayor éxito, la implantación de políticas fiscales en pro del estímulo empresarial, facilidades para la proliferación de microempresas y talleres; la aplicación de correctivos sociales vía la utilización de una reforma fiscal que grave a los que más tienen e impulse a los que menos.
Al crecimiento de la economía tiene que acompañársele con una serie de ingredientes sociales, políticos, financieros y económicos para que al frenarse la pobreza, suceda al mismo tiempo, una reconversión de la informalidad y la ilegalidad por la formalidad y la legalidad.
Es cierto, para ello se necesita mucha voluntad política y ésta va más allá de la construcción de simples plazas comerciales que sirven únicamente para gastar los presupuestos restringidos y que son paliativos de corto plazo.
A colación
En Panorama Social de América Latina, edición 2006, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advirtió que “el 39.8% de la población de la región vive en condiciones de pobreza (209 millones de personas) y un 15.4% de la población (81 millones de personas) lo hace en la pobreza extrema o la indigencia”.
El llamado de la Cepal es a favor de realizar un nuevo examen de los logros y los desafíos en la región en razón de reimpulsar las estrategias del crecimiento.
Y es que un PIB bajo conduce a incrementos de la pobreza y ésta a su vez se desfoga, en parte, a través de la economía informal, vista ésta como una plataforma para la subsistencia mediante el autoempleo.
En este sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) presentó a través de Jamele Rigolini, Omar Arias y Nora Lustig (2002) el análisis “la reducción de la pobreza y crecimiento económico: la doble causalidad”, en el que puntualizan la trascendencia de romper el círculo vicioso entre crecimiento y pobreza y las perversiones que la pobreza provoca en migración y economía informal.
Es indiscutible, que estos diez países ubicados a la cabeza de la economía informal como proporción del PIB enfrentan problemas de pobreza. Allí encontramos un punto en común compartido.
También se corrobora que en todos los países mencionados con mayor peso de la economía informal persisten problemas de un bajo PIB per cápita. La mayoría menores a los 10 mil dólares por habitante.
En América Latina, en la década de 1990, el crecimiento del PIB per cápita para la región fue del 13.3% mientras que en el quinquenio 2000 a 2004 tan sólo del 4.4% y de 2005 a 2006 del 3.1 por ciento.
La pobreza en todo momento y lugar provoca una serie de manifestaciones que, sin lugar a dudas, generarán un determinado grado de impacto en la economía informal.
Todo aquel ser humano que viva marginado, explotado o pobre es presa fácil de las actividades ilegales, informales e irregulares. Será víctima de la explotación de otras personas y de las leyes del mercado.
*Economista y columnista especializada. Es candidato a doctor por la Universidad de Alcalá, tiene dos libros publicados y participa en distintos foros de radio y televisión con opiniones sobre educación financiera, economía y finanzas personales. Puede contactarla en: claulunpalencia@yahoo.com
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