martes, 17 de agosto de 2010

Página/12 :: Economía :: Efectos de la negociación colectiva

Página/12 :: Economía :: Efectos de la negociación colectiva

Los asalariados constituyen el 76 por ciento de los ocupados urbanos, la tasa más elevada alcanzada históricamente por esta categoría, mayor incluso a la registrada en 1974. Cuál ha sido el impacto en la distribución del ingreso.

Producción: Tomás Lukin

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Los desafíos de la igualdad

Por Héctor Palomino *

En el nuevo y complejo escenario social de Argentina se destacan los cambios en curso en el mundo del trabajo asalariado. Entre ellos, el incremento del número y peso relativo de los asalariados entre los trabajadores ocupados, las modificaciones de su composición, el aumento progresivo de los salarios y su impacto en la disminución de las desigualdades de ingresos.

Estos cambios se relacionan estrechamente con las tendencias de crecimiento de la economía, el empleo y los salarios desde la salida de la crisis de 2001-2002. Pero también se vinculan con el marco institucional de esas transformaciones, que permite comprender su incidencia política, social y cultural. Si bien los impactos políticos son conocidos, en particular la recomposición organizativa y el poder creciente de los sindicatos, menor atención han recibido los impactos sociales y culturales.

Los asalariados constituyen actualmente el 76 por ciento de los ocupados urbanos, la tasa más elevada alcanzada históricamente por esta categoría, mayor incluso a la registrada en 1974, cuando alcanzaba el 74 por ciento. Casi dos tercios de estos asalariados están registrados por sus empleadores en el sistema de seguridad social e integran, por lo tanto, la base social sobre la cual los sindicatos nutren su afiliación y ejercen su representación. De allí que los sindicatos hayan incrementando paulatinamente la cantidad de sus afiliados en los últimos años, al ritmo de la incorporación de los asalariados registrados en el empleo.

La determinación de los salarios a través de la negociación colectiva, un proceso impulsado por el Estado, fue extendiéndose a partir de 2004 y alcanzó en 2009 a casi un millar y medio de acuerdos y convenios entre empleadores y sindicatos, que involucran una cobertura también creciente de trabajadores. Este proceso se diferencia netamente de la individualización de la relación salarial que prevalecía en los noventa cuando, en el marco de una escasa cantidad de negociaciones –que apenas alcanzaba los 200 acuerdos y convenios anuales promedio– el comportamiento de las firmas era determinante para establecer los niveles de salarios. En aquella época los convenios colectivos explicaban poco más de la mitad de los salarios efectivamente pagados por las empresas. Actualmente, en cambio, más del 80 por ciento del monto de las remuneraciones abonadas por las firmas a sus empleados reflejan las escalas de los convenios colectivos, reduciendo considerablemente el margen de decisión individual de las empresas para la determinación de salarios.

La fijación de los salarios a través de la negociación colectiva produjo una atenuación considerable de las desigualdades de ingreso debido a dos factores. Por un lado, el relativamente bajo grado de diferenciación de los niveles de las escalas salariales dentro de cada convenio, acentuado además desde 2004 por la política de aumento del salario mínimo, que incrementó el “piso” de las escalas y, simultáneamente, por la elevación lenta de los “techos” impositivos para los salarios más altos. Por otro lado, los mecanismos de coordinación de los incrementos salariales entre sindicatos y su competencia por emular los porcentajes de aumento de las entidades con mayor capacidad de negociación, han tendido a reducir las diferencias de salarios entre convenios.

Entre los impactos sociales y culturales de estos cambios se destacan los que derivan del proceso de movilidad social ascendente que supone para los asalariados el incremento sistemático de sus ingresos por un período relativamente prolongado, así como el carácter esencialmente colectivo de este proceso –este último aspecto recibe por lo general escasa atención en los estudios de las ciencias sociales, que habitualmente analizan procesos de movilidad individual–.

El progresivo incremento de los salarios a través de la negociación colectiva, acompañado por un proceso de igualación de ingresos –o de disminución de las desigualdades– tiende a modificar las posiciones relativas de los diferentes grupos y clases sociales, que se reflejan a su vez en comportamientos reactivos por parte de quienes se sienten afectados por la erosión de diferencias que se consideran “naturales”. Esta es por ejemplo la reacción de los asalariados “fuera de convenio” dentro de las grandes firmas, ante el “atraso” relativo de sus remuneraciones en comparación con los aumentos obtenidos por los trabajadores bajo convenio. O, en general, de la reacción que suscita la atenuación de las diferencias de ingresos entre trabajadores manuales y no manuales que se percibían como “naturales” y que antes se establecían a favor de las categorías no manuales. En un contexto en el que resta aún aplicar esfuerzos para terminar de resolver las desigualdades heredadas, emergen con fuerza procesos que suscitan nuevos desafíos. Los desafíos de la igualdad.

* Director de Estudios de Relaciones del Trabajo-Ministerio de Trabajo. Profesor de la Carrera de Relaciones del Trabajo-Facultad de Ciencias Sociales-UBA.

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