Una Actitud de Esperanza para América Latina « Néstor Morales: Ojo con la Política
La desigualdad se transmite de padres a hijos. América Latina y el Caribe es la región con mayor desigualdad del mundo, una situación que ha persistido en el tiempo y se da en un contexto de baja movilidad social. Todas las investigaciones apuntan a que el centro del problema está en el diseño desde el Estado de programas sociales que brinden éxito incorporando a la sociedad civil, empresarios y beneficiarios en toda la cadena productiva de la gestión para salir de la pobreza.
La esperanza es la actitud de quienes buscan una vida mejor. Las aspiraciones marcan una división entre los que se han dado por vencidos dejando de luchar su pobreza; y quienes luchan por crear una transformación para sí mismos y para sus familias. Tiendo a creer que las actitudes de las personas y de los colectivos que conforman son las que determinan, al final, los persistentes patrones de desigualdad. En un reciente estudio de 17 países, Moving out of Poverty, esta actitud de esperanza y la autonomía que generó, distinguió a quienes lograron salir de la pobreza de sus vecinos que no lo lograron. Sin embargo, la esperanza, la aspiración y la habilitación no son el enfoque típico de la política de desarrollo. Efectivamente, los incentivos orientados a las aspiraciones materiales pueden desplazar estos patrones de conducta.
El Informe Regional sobre Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe del PNUD explora el hecho de si las aspiraciones y la autonomía de las personas pueden interrumpir la desigualdad transmitida de padres a hijos y rectificar las desigualdades entre hombres y mujeres. No es una pregunta fácil de investigar empíricamente.
La autodeterminación se ha definido como “lo que una persona es libre de hacer y lograr en busca de cualquier meta o valor que considera importante” (Sen 1985: 206) y más sucintamente, como “alguien que actúa y genera transformaciones” (Sen 1999: 19). Lo opuesto a la capacidad de autodeterminación de una persona es alguien que es coaccionado, oprimido o pasivo. La autodeterminación se repite como una variable de importancia intrínseca e instrumental para las comunidades pobres: “Una mayor libertad realza la habilidad de las personas de ayudarse a sí mismas, así como de influir en el mundo, y estos son elementos esenciales del proceso de desarrollo” (Sen 1999: 18-19). No obstante, hasta ahora, las limitaciones de los datos han obstaculizado el análisis cuantitativo y la investigación de estos fenómenos, sobre esto en la actualidad se trabaja en Perú, Colombia y próximamente en Venezuela y Ecuador.
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