martes, 6 de julio de 2010

Trabajo informal aumenta - Portafolio.com.co

Trabajo informal aumenta - Portafolio.com.co

Millones de personas no alcanzan a ganar un salario mínimo al tiempo que el subempleo aumenta.

Son las siete y media de la mañana, y José Puentes ya tiene a cuestas varias horas de trajín, en una jornada que se extenderá hasta las seis o siete de la noche.

El trabajo de este monteriano en la fría capital colombiana no es tan pesado como el de los coteros (cargadores) de Corabastos, en Bogotá, y sus similares en otras ciudades del país, pero comparte con estos y otros 10,5 millones de colombianos el engañoso título de trabajadores 'independientes'.

Y al igual que cerca de la mitad de los 19 millones de ocupados que reportó el Dane para el trimestre marzo-mayo, los ingresos mensuales de Puentes no suman el equivalente a un salario mínimo, 515.000 pesos, según diferentes estudios.

Entre un trimestre y otro, los ocupados aumentaron en 600.000, de los cuales, 436.000 fueron, en su mayoría, en actividades precarias, como trabajadores por cuenta propia, familiares sin remuneración y servicio doméstico.

José es un trabajador por cuenta propia, como lo clasifica el Dane: en su carrito de dulces, en la concurrida zona de Cafam de La Floresta, en Bogotá, atiende a los presurosos compradores mientras cuenta que las ganancias de su negocio escasamente dan para comer y pagar el arriendo. Su esposa, con quien tiene un hijo de ocho años, aporta otros pesos con la venta de empanadas que ella misma hace desde mucho antes de que aparezca el sol.

¿Cambiaría este negocio por un empleo donde tenga, entre otros beneficios, afiliación a una EPS, ya que ni siquiera recibe salud subsidiada? "Si hay gente preparada que no tiene empleo, menos yo que no estudié nada y que tengo más de 45 años", dice.

En el trimestre mencionado, el desempleo fue 12 por ciento, 2,6 millones de colombianos, 108.000 más que en igual periodo del año pasado.

Además, él hace parte de ese mayoritario grupo de trabajadores, 57,2 por ciento del total de ocupados, llamados técnicamente informales, según la no muy vieja definición del Dane, y que en un lenguaje más comprensible no es otra cosa que el clásico rebusque, donde también están, entre otros, los vendedores ambulantes, el servicio doméstico y los que trabajan gratis en negocios familiares.

Independiente e informal también es Diana Issa, nacida hace 31 años en La Dorada (Caldas), tecnóloga en administración de empresas y más de un curso de mercadeo, cuyos ingresos, de los cuales no se queja, provienen de colocar créditos para compra de vehículos y de cruzar la oferta y demanda de lotes para la construcción de parqueaderos, oficinas, entre otros.

Por su afiliación a salud -y la de sus dos pequeños hijos- y pensiones responde la cooperativa de trabajo asociado a la que está vinculada para la colocación de créditos. La naturaleza de sus dos trabajos la obligan a laborar diariamente, incluidos sábados y domingos, muchas más de las ocho horas de los trabajadores formales. Por supuesto, no hay horas extras pagas, ni prestaciones sociales y, menos aún, vacaciones.

No obstante señalar que económicamente le va bien, Diana entra en la categoría técnica del subempleo del Dane, que para el periodo señalado fue 31,8 por ciento, 2,2 puntos por encima de la de 12 meses atrás, en la que están rotulados 6,9 millones de trabajadores, un aumento anual de 682.000 personas.

En el lugar equivocado

A Diana, madre cabeza de hogar, se le encima el 'inri' del subempleo (ver recuadro Quién es quién), porque su trabajo no corresponde a sus estudios y quisiera encarrilarse para lo que se siente mejor preparada y en lo que se ha desempeñado años atrás.

En la orilla opuesta a la informalidad de Diana y José Puentes está Róbinson Rubio, operario caleño, que a sus 35 años espera su primer hijo y que desde hace 10 meses vive en Bogotá, el mismo tiempo que lleva enganchado, a través de una agencia de empleos temporales, en una pequeña empresa de reparación rápida de calzado y de prendas y lavandería.

Róbinson, cuya esposa, también caleña, no consiguió trabajo y cuyo embarazo es atendido por la EPS paga a la que está afiliada, se gana el salario mínimo -la inmensa mayoría de trabajadores formales gana máximo dos salarios básicos- y goza de todas las prestaciones de ley (primas, vacaciones, cesantías) y afiliación a salud, pensiones y riesgos profesionales.

Casi las dos terceras partes del sueldo se le van en pagar arriendo y servicios, por lo que no hay lugar para 'lujos', como aperarse de ropa adecuada para el clima bogotano, por lo cual trata de conseguir ingresos extras haciendo, en su casa, copias de llaves en una máquina que trajo de su natal Valle, donde estudió hasta octavo grado.

José y Róbinson y los cargadores de las centrales de abastos comparten las afugias económicas de más de 20 millones de colombianos pobres.

Diana, por su parte, algo más afortunada, seguirá como subempleada hasta que pueda explotar su potencial como administradora de empresas.

JORGE CORREA C.

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