viernes, 9 de julio de 2010

Opinión - 08 de julio de 2010 - Se debe prestar atención al problema de informalidad laboral entre los taxistas- Diario El Día, La Plata, Argentina

Opinión - 08 de julio de 2010 - Se debe prestar atención al problema de informalidad laboral entre los taxistas- Diario El Día, La Plata, Argentina

El reclamo formulado por la entidad que nuclea a los empleados de conductores de taxis de nuestra ciudad, en el sentido de que seis de cada diez conductores trabajan en negro, aún cuando las entidades que nuclean a los propietarios aducen que el porcentaje del empleo informal es menor, merece por lo pronto un rápido análisis por parte de la Municipalidad y, en su caso, la eventual toma de medidas tendientes a corregir las anormalidades que pudieran constatarse.

En la nota publicada recientemente en este diario, uno de los testimonios ofrecidos puso de relieve que la actividad de los empleados de taxis no es estable ni regular y que, por ello, existe mucha rotación de gente todo el tiempo, conformándose de ese modo una suerte de universo heterogéneo en el que, a cargo del volante, puede encontrarse tanto a un estudiante que se convierte en taxista por una temporada para pagar sus estudios, como a un jubilado que busca ganar algún dinero y que tampoco se puede blanquear. La escasa profesionalidad que, como conclusión, surgiría de este dato, no debería pasar desapercibida por las autoridades.

Correspondería aquí recordar que el año pasado se reflejó en este diario la inquietud de una agrupación de remiseros no habilitados, que reclamaba a las autoridades comunales permisos para trabajar, señalándose en ese petitorio que desde ese sector tomaban viajes en forma clandestina alrededor de 5 mil vehículos, en lo que resultaba ser un problema que excedía y puede exceder -como ahora, en el caso de los empleados de taxis- las demandas propias de un sector determinado, por interesar al conjunto de la sociedad.

Al analizar la situación de los remiseros no habilitados, se aludió a las desventajas para el público a la hora de aceptar viajes en el circuito marginal: se dijo entonces que los vehículos no cuentan con el seguro de responsabilidad civil obligatorio; no realizan las inspecciones de higiene ni la verificación técnica pertinente; en la mayoría de los casos se trata de modelos antiguos y sin un debido mantenimiento y suelen carecer de cinturones de seguridad o luces reglamentarias, entre otras deficiencias técnicas y legales.

Desde luego que un pasajero no está obligado a conocer si el vehículo que contrata está habilitado y si cumple o no con las reglamentaciones, ya que lo descuenta. Y aunque la situación no sea exactamente la misma, el pasajero de un taxi no tiene por qué verse sometido a la alternativa de que el conductor que le toque cuente con su licencia en condiciones o se trate de un trabajador en negro. Ello al margen de que sean los propios peones, muchas veces, los que prefieren no ser blanqueados bajo ninguna circunstancia.

Lo que parece muy claro es que el de los taxistas es un servicio público, al cual es dable requerirle la mayor profesionalidad. La continua rotación de conductores mencionada arriba no encuadra dentro de ese concepto y permite dudar acerca de posibles desnaturalizaciones que puedan afectar la calidad de la prestación que los taxis deben ofrecer.

Es evidente, también, que inciden en este tema graves problemas sociales. Sin perjuicio de contemplarlos y de buscar fórmulas comprensivas, la Municipalidad tiene la responsabilidad directa de velar para que el transporte público de pasajeros en la Ciudad -sea de colectivos, remises o taxis- se ofrezca dentro de los márgenes de las leyes vigentes.

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