Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV se pronuncia ante grave panorama
El Consejo de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV, por decisión unánime, considera su obligación pronunciarse ante los graves signos que presenta la economía venezolana y, muy particularmente, por sus efectos desfavorables sobre las condiciones económicas y sociales de la población, particularmente la de menores ingresos.
Al concluir el primer semestre de 2010 es visible el deterioro de la situación económica y social de Venezuela, con lo cual se ratifica el cuadro de recesión y elevada inflación reflejadas en las cifras oficiales del primer trimestre del año en curso. Efectivamente, según datos del BCV, el Producto Interno Bruto, PIB, acusó una caída de 5,8%, similar a la del cuarto trimestre de 2009, hecho que pone de manifiesto la declinación de la actividad económica.
Una país que exhibe cuatro trimestres consecutivos de contracción del PIB no experimenta una simple recesión, sino más bien un agotamiento de un modelo de crecimiento basado en la estatización de su economía, debido a que esa contracción ha ocurrido en el contexto de una recuperación importante de los precios petroleros, los cuales, entre el primer trimestre de 2009 y el primero del 2010, pasaron de US$/b 38,6 a US$/b70,6. Es decir, mientras el precio del petróleo aumentó 83%, se acentuó la caída de la actividad económica.
Al examinar la economía desde el punto de vista sectorial, preocupa la merma que están experimentado sectores importantes como petróleo, industria manufacturera, comercio y construcción. En particular, el comportamiento desfavorable del sector industrial con contracciones consecutivas cercanas al 10%, contribuye a explicar la insuficiencia de oferta nacional de bienes y, en consecuencia, la exacerbación de las presiones inflacionarias. Adicionalmente, al disminuir la producción industrial, ello incide negativamente sobre la capacidad de Venezuela de generar oferta exportable distinta del petróleo, hecho éste que enfatiza el ya crónico estado de dependencia y de mono-producción de la economía venezolana.
Desde el punto de vista de la demanda agregada, en el primer trimestre de 2010 cayó tanto el consumo privado como la inversión a tasas de 6,0% y 28%, respectivamente. La baja del consumo obedece a una disminución de los salarios reales, como efectivamente consignan las cifras del BCV. Pero si esto es preocupante, más aún lo es que la formación de capital presente reducciones significativas, cuestionando la capacidad futura de crecimiento, en la medida que el acervo de capital de la economía se diluye y no se reemplazan las maquinarias y equipos con nuevas inversiones. En términos simples: sin nuevas inversiones no hay crecimiento sostenible.
La situación descrita de caída de la inversión, se ha expresado en una pérdida de puestos de trabajos o en la falta de generación de nuevas plazas para absorber a quienes constantemente ingresan a la fuerza de trabajo. Destaca que, en medio de un patrón recesivo como el actual, sin mecanismos de seguro contra el desempleo y en un contexto de aumento de la fuerza de trabajo, el Instituto Nacional de Estadísticas reporte para el mes de mayo de 2010 un incremento de la tasa de inactividad y una reducción de quienes buscan trabajo por primera vez, lo que sugiere una subestimación de la tasa de desempleo. A esto hay que agregar que el crecimiento del empleo informal, en trabajadores por cuenta propia, encubre la verdadera dimensión del problema del empleo, que se agrava por la disminución de la productividad media del trabajo.
Al analizar las exportaciones de Venezuela resalta una considerable contracción de las ventas externas de origen no petrolero. De los niveles del primer trimestre de 2010, se puede inferir que a lo largo de este año el valor de las exportaciones estará alrededor de US$ 3.300 millones, el menor registro en al menos quince años. Ello apunta a que el esfuerzo por diversificar la economía nacional se ha perdido, por cuanto del total exportado en el primer trimestre de 2010, la actividad no petrolera aportó 4,6% mientras que en 1998, su contribución alcanzó 28,5%. Es evidente que este hecho coloca a la economía venezolana en una situación de grave vulnerabilidad externa, que pudiese agravarse si el precio del petróleo no permite financiar un mayor nivel de importaciones.
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