miércoles, 23 de junio de 2010

Microcréditos: remedio para emprendedores « Anabel Gonzalez's Blog

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Microcréditos: remedio para emprendedores
22 Junio, 2010
En un país donde está muy poco desarrollado el sistema de préstamos con fines productivos (en Argentina, los subsidios estatales tienen más prestigio y tradición), Mendoza se destaca como un centro generador de microcréditos.

La provincia ya es sede nacional de dos entidades internacionales que prestan dinero únicamente a emprendedores y empresas chicas. Una es Argentina Microfinanzas, que llegó a la calle Colón de Ciudad en el 2004. La firma, de capitales europeos y americanos, planea crecer en los próximos cinco años hacia el resto de la provincia y del país.

La otra es Servicios Microfinancieros, una entidad que nació a principios de este mes, cuando la división créditos de Grameen Mendoza pasó a manos de Fundación Microfinanzas BBVA. El banco que fundó Mónica Pescarmona (hermana de Enrique Pescarmona, el titular de IMPSA) conservará las oficinas de Mar del Plata y Corrientes.

“En 5 años habrá 15 sucursales en el país, como mínimo”, cuenta Javier Lombardi, mano derecha de Pescarmona y ahora flamante gerente general de Servicios Microfinancieros.

Juegan de local
Los pioneros en Mendoza fueron un grupo de empresarios que en 1998 crearon la Fundación Empresa de Mendoza. Y desde entonces han prestado dinero a unos 7.500 emprendedores. Actualmente dan desde $300 por crédito a devolver en 16 y 24 cuotas semanales, “sólo a microemprendedores”, aclara Jorge Figueroa, su presidente.

Y como un granito de arena más en el desarrollo del crédito para “generar autoempleo”, el Fondo para la Transformación y el Crecimiento puso en marcha –a finales de abril– una línea de microcrédito, por hasta $15.000. Destinada únicamente a pequeñas empresas (en blanco) que lo soliciten en alguna de las 18 municipalidades de la provincia.

Con estas cuatro financieras, en Mendoza casi 30 mil empresarios o autoempleados accedieron a créditos pequeños en la última década.

Caso exitoso
David Milton Torres, de nacionalidad boliviana, es uno de los “beneficiarios” exitosos.

Trabajaba en una fábrica de techos y se quedó sin empleo a los 53 años. La crisis del 2002 lo encontró con 7 hijos que alimentar y las changas de costura que hacía su mujer, Teresa, como único ingreso.

Ya desde antes David destinaba su tiempo libre a convertir restos de madera (que conseguía en la empresa donde trabajaba) en mates, trompos, ceniceros.

En el fondo de su casa del barrio Lihué, acompañado por el torno de fabricación propia, Torres convirtió su hobby en un emprendimiento.

Puso voluntad, paciencia y picardía de comerciante. Y Grameen Mendoza le concedió un primer crédito de $1.500 para que comprara herramientas. Más tarde le dio otros para ampliar su taller y reparar y cambiar el auto en el que cada domingo lleva sus productos a la Feria del Usado, en Guaymallén.

Todavía hoy mantiene su hogar gracias a las artesanías de madera. Incluso lo contratan grandes mueblerías de Mendoza. Le sobra trabajo.

Beneficiarios cumplidores
Las personas que se ganan la vida fuera de la economía formal, con proyectos propios, son los principales beneficiarios de microcréditos que nacen en el ámbito privado.

“Además de sacar el Veraz, buscamos referencias de la persona, vamos a su lugar de trabajo y calculamos su flujo de ingresos, porque ellos no tienen libros contables. No es que queramos colaborar con la actividad informal, sino que esta es la realidad”, explica Emerson Contreras, gerente de Argentina Microfinanzas.

Almaceneros, quiosqueros, dueños de tiendas pequeñas o boutiques y vendedores ambulantes encabezan la lista de personas que consiguen dinero rápido para reponer mercadería.

Otros invierten en capital de trabajo: balanzas, cortadoras de fiambre, máquinas para fabricar pastas, dulces o artesanías, arreglar su espacio de tareas o su vehículo.

Generalmente, cuando terminan de devolver (y a veces antes) toman un nuevo microcrédito.

Contreras asegura que es admirable la fidelidad de sus clientes y, quizá por eso mismo, el cumplimiento en el pago: “Tenemos una mora menor a 5%”, cuenta el gerente de Argentina Microfinanzas. Un margen que pondría verde de envidia a cualquier dueño de un banco comercial.

Manuel Méndez del Río, el presidente de la Fundación BBVA (ver aparte), coincide en el punto: “En Colombia y Perú, el nivel de impago que tenemos no llega al 4%, cuando allí la banca tiene entre el 27 y 30% de impagos”.

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