miércoles, 23 de junio de 2010

Manuel Méndez: “Fomentar la caridad daña la dignidad y la autoestima de las personas”, Empresas, expansion.com

Manuel Méndez: “Fomentar la caridad daña la dignidad y la autoestima de las personas”, Empresas, expansion.com

En casi dos horas de conversación, Manuel Méndez del Río Piovich (Santander, 1952) bate un peculiar récord. El verbo aprender surge medio centenar de veces en su discurso y, a través de él, este ejecutivo curtido en el sector bancario se retrata.
Manuel Méndez

Manuel Méndez del Río, presidente de la Fundación Microfinanzas BBVA.

“Desde mi primer trabajo en Venezuela, aprendí que, para ser feliz trabajando, hay que decir a la gente lo bueno y lo malo, lo que hace bien y lo que hace mal. Eso genera un ambiente de trabajo muy rico y muy exigente”, defiende este directivo, presidente de la Fundación Microfinanzas BBVA.

Con look de banquero de éxito, Méndez del Río se destapa como un defensor de las estrategias de desarrollo en su versión hiperpráctica, por encima de teorías poco útiles. “No se trata de dar caridad, sino de ayudar a las personas a encontrar una actividad que les permita crecer”. Con estas palabras, descubre el secreto de las microfinanzas: “El asistencialismo no sirve; fomentarlo daña la dignidad y la autoestima de las personas; la clave es encontrar la forma de dar dignidad. Si no, se infantiliza la economía y se fosiliza la pobreza”.

Métodos de riqueza
Directo, cercano, educado, sonriente, didáctico y de apariencia tranquila, este banquero alérgico al asistencialismo lanza su fórmula mágica. “Sólo hay una forma real de acabar con la pobreza, y es generar riqueza. Si no enciendes la luz, no acabas con las tinieblas”, sostiene. “No hay que olvidar que riqueza es el beneficio que queda cuando se han pagado todos los costes y que, para generarla, hacen falta finanzas productivas. Ésa es la diferencia entre las finanzas, que son necesarias porque sin ellas no habría desarrollo, y las finanzas productivas. No todas las finanzas producen desarrollo”. Y, obviamente, la Fundación Microfinanzas BBVA “busca finanzas productivas”.

El banquero, licenciado cum laude en Administración de Empresas por la Universidad de Boston y técnico superior en Comercio Exterior, empezó su carrera profesional como chófer en Textiles Loma, una empresa textil de Venezuela con capital español. “Entré allí porque mi tío era accionista. Me puse un mono y aprendí a tejer antes de ser nombrado gerente. Es un error asumir un puesto político sin contenido técnico, porque es muy desesperante estar dirigido por alguien que no te entiende; es ineficiente e improductivo”, mantiene.

Tras la experiencia en Venezuela, arrancó la carrera financiera de este directivo. Méndez del Río se estrenó en la banca –en Bank of America– en los albores del desarrollo del mercado de capitales en España; participó en el lanzamiento de la Supercuenta por Santander (donde trabajó de 1987 a 1993 y de 1995 a 1997, entre otros cargos, como adjunto al entonces director general, Matías Rodríguez Inciarte); vivió desde la entidad presidida por Emilio Botín el boom del factoring y el leasing y la reforma española sobre fondos de inversión; fue actor activo en la compleja redacción de la regulación europea sobre gestión de riesgos contenida en las normas de Basilea; y se convirtió en testigo de la integración de BBV y Argentaria para crear BBVA. “He tenido la fortuna de vivir épocas muy intensas que han sido claves en la transformación del sistema financiero español”, reconoce.

De todas estas etapas, Méndez del Río habla con pasión, desgranando cada una de sus fases de aprendizaje. Pero a ninguna se refiere con el auténtico enamoramiento con el que cuenta su vida actual en el sector de las microfinanzas. “Frente a un mundo empresarial muy competitivo y hostil, en el que darse dentelladas y reducir costes es lo habitual, el mundo de las microfinanzas es puro crecimiento; te enfrentas a todas las posibilidades para crecer”, resume.

Compromiso y carrera
Para Méndez del Río, “con este trabajo, se han unido el compromiso personal y la carrera profesional”. En 2006, Méndez del Río era director de Riesgos de Grupo BBVA (cargo que desempeñaba desde 1997, primero en Argentaria). “En pleno proceso de bancarización, el grupo buscaba vender productos y servicios a personas no bancarizadas. Eran casos en los que siempre se planteaba un enfrentamiento entre el director de riesgos, que exigía un mayor nivel de aprovisionamiento, y el apetito típico comercial de la entidad”, explica el directivo.

En esa búsqueda de potenciales clientes, Méndez del Río se encontró con un peculiar público objetivo. “En el mundo, hay 4.000 millones de personas que son técnicamente pobres y, en Latinoamérica, 250 millones que no tienen acceso a un banco. Era un mundo totalmente desatendido, para el que no existían más intermediarios financieros que alguna ONG”, advierte.

Sin embargo, la oportunidad de negocio, con evidente trasfondo social, planteaba un auténtico caso de management a la medida. “El proceso de bancarización de los países más pobres requería algo totalmente distinto a la banca tradicional, en cuanto a técnicas y metodología. Pero también suponía poner el conocimiento de los banqueros al servicio de los más pobres”, reconoce Méndez del Río. ¿Suena a una fórmula del estilo Médicos sin Fronteras? ¿Llegaba, quizás, un modelo de banqueros sin fronteras?

Bajo estas premisas, el ejecutivo, con posición de director corporativo en el banco desde 2000, planteó su propuesta al comité de dirección (del que era miembro) y al consejo: constituir una fundación para aplicar el know-how del banco desde la responsabilidad social a la concesión de microcréditos.

Decisión del consejo
¿Cómo se convence de algo así a Francisco González, presidente de BBVA? “Soy muy pesado, muy tozudo”, se autodefine Méndez del Río, uno de los escasos empleados de BBVA contratados directamente por González. Así que el proyecto acabó convenciendo al presidente y al consejo del banco, que sometió la decisión al visto bueno de la junta en 2007.

Cuando el banquero rememora aquellos días de peculiares decisiones para un gigante financiero como BBVA, no puede obviar la vertiente personal del giro profesional que supuso la creación de la Fundación Microfinanzas BBVA. “El proyecto se cocinó en el área de riesgos en la que yo trabajaba, era muy cercano a ella. Pero a mí me movían motivos personales. Es impagable tener la increíble oportunidad de poder ayudar a millones de personas a salir de la pobreza y a tener un futuro mejor. Me dio la impresión de que todo lo que había aprendido en cada fase de mi vida encajaba en ese momento. Esto es un sueño”.
La Fundación nació con un equipo de tres profesionales. En la actualidad, 2.900 personas trabajan en ella. “La suerte de partir de cero es que, primero, te pones los objetivos y, luego, la estructura empresarial”, señala Méndez del Río, que opina que “un fracaso de las organizaciones es poner primero la estructura que te va a limitar en la consecución de los objetivos”.

Con un ritmo de crecimiento del 40% anual y con 600.000 clientes en Argentina, Chile, Perú, Colombia y Puerto Rico –y mientras se estudia la entrada en Centroamérica–, la Fundación (que Méndez del Río dirige desde Madrid) busca “llegar al mayor número de personas con el nivel más bajo de ingresos. El problema del pobre no es de márgenes de sus actividades, sino de acceso a la financiación”. El objetivo es cerrar 2011 con tres millones de clientes. “Así nos adelantaríamos dos años el crecimiento previsto”, apunta Méndez del Río. “No tenemos la presión de la cuenta de resultados, sino más bien del número de clientes nuevos”.

Su engranaje se basa en “una plataforma muy eficiente en costes. Funcionamos como una rueda. En cada país, tenemos un nombre distinto, pero todos trabajamos juntos bajo la Fundación y nos coordinamos de forma central, con idénticos códigos ético, de gobierno corporativo y de conducta; nos dan una forma distintiva de trabajar”, señala el ejecutivo, que se confiesa “bastante ácrata. Nunca he creído en las jerarquías”.

El directivo es crítico con “el entorno institucional de los países latinoamericanos. Lo más triste es su falta de conciencia. Si no estableces estímulos que permitan a la economía informal formalizarse, no generas riqueza”.

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