[Periódico Diagonal] Mitos en torno al hundimiento de Grecia
“¿Cómo va a poder vivir un jubilado con una pensión de entre 500 o 600 euros?”, fue la pregunta que el secretario general del sindicato de los funcionarios públicos formuló al primer ministro, y líder del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), George Papandreou. “Eso pregúnteselo a la delegación de la ‘troica’ [Unión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional], ellos le dirán”, fue la respuesta de éste. ¿Fue un ejercicio de cinismo o de sinceridad?
Grecia tiene la mayor deuda pública en la zona del euro, ligeramente más alta que la de Italia. Tanto en el interior del país como en el extranjero, principalmente en Alemania, la propaganda oficial atribuye este hecho al tamaño del sector público y sostiene que durante muchos años los ciudadanos han vivido por encima de sus posibilidades. Muchos medios añaden que el problema es que los griegos “son unos vagos”. Pero, a pesar de la propaganda, el gasto público está en el 46%, es decir por debajo del promedio europeo. Y de este porcentaje, el 10% se destina a los gastos militares. En cuanto a la clase trabajadora, es una de las que más horas semanales trabaja en Europa.
Al servicio del capital
La caída de los ingresos ha sido la que ha provocado el aumento de la deuda con respecto al Producto Interior Bruto. Esta caída es consecuencia, en parte, de la crisis financiera internacional y del aumento de la balanza de pagos, en un escenario de evaluación continua del euro y de unificación monetaria de economías muy distintas entre sí.
Pero por otra parte, y principalmente, se debe a una política impositiva que favorece claramente al capital: los impuestos a las empresas, que en 1981 se situaban en un 45%, han pasado a suponer el 25% en 2009, y la promesa es bajarlos al 15% en los próximos años. A esto se debe añadir la pérdida de recaudación fiscal causada por el peso de la economía informal (un 40% del PIB); la falta de voluntad para recaudar los 28.000 millones de euros que empresas y particulares deben al Estado; la práctica exención de impuestos de la que goza la Iglesia (el mayor propietario de inmuebles del país); el despilfarro que supusieron los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004, que supuso un coste a las arcas del Estado de aproximadamente 20.000 millones de euros; la descomunal corrupción, etc.
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