lanacion.cl: Alarma por la fractura social en las ciudades
EL acceso a una cierta cantidad de derechos estuvo en el centro del Quinto Foro Urbano Mundial realizado en marzo en Río de Janeiro. Un ambiente festivo y un mensaje alarmista en la apertura del encuentro, organizado por la agencia de Naciones Unidas para el habitat (ONU-Habitat) en torno del tema de la “fractura urbana”. Ministros, alcaldes, funcionarios, investigadores, empresarios: más de 20 mil delegados se apretujaban en las bodegas renovadas del puerto de Río, sede de la gran bienal de la urbanización inaugurada por el Presidente. ¡Cuánto camino recorrido! “La primera edición, en 2000 en Nairobi, sólo congregó a mil 200 delegados”, recordó la directora de ONU-Habitat, Anna Tibaijuka.
Mientras las ciudades emergían al escenario internacional, la urbanización se impuso como un proceso mayor y tanto las Naciones Unidas como el Banco Mundial dejaron de satanizarla, designándola como un factor esencial de crecimiento económico y de desarrollo.
Sin embargo, ONU-Habitat advierte que la hora es grave: mientras la mitad del planeta vive ya en ciudades y la población urbana de los países en desarrollo debería más que doblarse de aquí a 2050, pasando de 2,5 a 5,3 mil millones de habitantes, la urbanización se ha convertido en una máquina creadora de exclusión y desigualdad. Lejos de sus promesas de oportunidades económicas y sociales, la ciudad atrapa a los más pobres en viviendas precarias y la economía informal, dejando fuera de alcance toda posibilidad de mejoramiento.
“La mayoría de la población urbana está impedida de satisfacer sus necesidades elementales, mientras una minoría se beneficia del progreso económico y social”, detalla el informe “Estado de las ciudades del mundo 2010-2011”, publicado con ocasión del foro. Subraya que “los esfuerzos tendientes a reducir la cantidad de habitantes de los tugurios y a reducir la fractura urbana, más inaceptable que nunca, no son ni satisfactorios ni suficientes”. Entre 2000 y 2007, “salieron” de los tugurios 227 millones de pobres gracias a políticas de mejoramiento del habitat, indica la ONU.
Eso no impide que los habitantes de las poblaciones callampas hayan aumentado de 776 millones de personas en 2000 a cerca de 830 millones en 2010, o incluso a mil millones según criterios menos restrictivos. “No hay lugar para la complacencia”, machacó Tibaijuka, quien denunció “la apatía” de numerosos gobiernos: “Mucha gente saca grandes ventajas de la existencia de las poblaciones callampas; reabsorberlas exige una fuerte voluntad política”.
Ante este fracaso y una urbanización que, entre tugurios informales y condominios envueltos en seguridad, ha perdido todo vínculo con la idea misma de ciudad, ONU-Habitat llama a reconocer un verdadero “derecho a la ciudad”, en alusión a la obra del sociólogo marxista francés Henri Lefebvre, de 1968. Un concepto reivindicado desde entonces por el movimiento altermundista y experimentado por ciudades como Porto Alegre, en Brasil.
“Al empeñarnos por poner en vigor en el espacio municipal los derechos humanos fundamentales, el derecho a la ciudad ofrece una buena plataforma para la acción”, explica Eduardo López Moreno, de ONU-Habitat. La agencia propone agregar al derecho a una vivienda decente el acceso a los espacios públicos y equipamientos de calidad, con recursos económicos y servicios de salud y educación, así como un derecho a participar en la vida política, económica, social y cultural de la ciudad.
Las decenas de reuniones y de talleres que tuvo el Foro Urbano Mundial, ¿ayudarán a las delegaciones de todo el mundo a traducir este concepto en actos? Para muchos observadores, faltan para eso los principales interesados. “El verdadero sujeto de esta conferencia son los habitantes de las poblaciones callampas. Pero sólo tienen derecho a una representación ínfima, a pesar de los bellos discursos sobre la participación de las comunidades pobres”, se lamenta David Satterthwai, encargado de Asuntos de Urbanización del Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo.
Furiosos al verse privados de tribuna para denunciar políticas urbanas que consideran “neoliberales”, sometidas a los mercados financieros y hostiles hacia los más pobres, movimientos sociales brasileños lanzaron su contra-cumbre. El primer Foro Urbano Social estableció su sede a 300 metros de la reunión de la ONU, en una bodega donde se codean exposiciones, literatura alternativa, venta de artesanías y mesas redondas.
“Gobiernos, expertos y organizaciones internacionales hablan entre ellos. Nosotros permitimos a todos los que quieran venir a escuchar lo que tienen que decir los habitantes de las favelas y a debatir con la sociedad civil”, explica Gustavo Mehl, portavoz del Foro Urbano Social. Desafío ganado: tras el debate de apertura, el 22 de marzo en la tarde, una multitud de congresistas convergió desde el foro oficial hacia la cita off.
No hay comentarios:
Publicar un comentario