ndudablemente que los referentes son necesarios para poder asumir los retos y desafíos que tiene la Republica Dominicana en materia de las Políticas Publicas de Juventud, en áreas tan vitales como la economía, el empleo, la salud, el medio ambiente, la vivienda, el Ocio, etc. De manera que este análisis del Consejo de Juventud de España, nos permite asimilar las experiencias y los procesos de las políticas públicas que se han implementado con éxito, en momentos de crisis, donde el Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, ha reforzado la posición de un Estado Socialista, que protege a la juventud y a todos los ciudadanos (as) que contribuyen con el desarrollo de la Nación.
En el informe del último estudio del Consejo de Juventud Español, encontramos una respuesta a la actual coyuntura dominicana, respecto a las iniciativas y resoluciones que debería asumir el Estado Dominicano y de manera especial el gobierno, de cara a la realidad de la juventud Rural y Urbana, que hoy por hoy, sobrepasa los 3, 600,000.00 (tres millones seiscientos mil jóvenes). De los cuales alrededor del 45% viven en situación de pobreza
En España, al igual que ha ocurrido en el resto de Europa, se ha producido una fuerte caída del sector primario, que ha provocado fuertes desequilibrios en la base del sistema económico. Además, las principales industrias se situaron en torno a áreas superpobladas, donde tenían mayores facilidades de transporte sin dar opción a las zonas rurales a desarrollarse en otros sectores. Pero pese a la caída en el sector primario, la actividad agraria sigue formando parte de la estructura económica y social de las zonas rurales, y sigue estando representada por una parte importante de la población de este medio. Asimismo, el 20% de los y las jóvenes rurales trabaja en la agricultura en España.
Una de las dificultades para la continuidad de las explotaciones agrarias, y por lo tanto del mantenimiento del medio rural, es la problemática existente en el relevo generacional, ya que el 48% de las personas mayores de 54 años no tienen sucesor o sucesora en la agricultura. Otra dificultad íntimamente ligada a la anterior es que la titularidad de las explotaciones agrarias está, en un 60%, a nombre de personas que superan los 54 años, lo que impide el asumir la responsabilidad y desarrollar la iniciativa por parte de los y las jóvenes.
Sin hacer mayores esfuerzos nos damos cuenta el nivel de coincidencias entre las dos realidades, la Dominicana y la Española, en aspectos tan fundamentales como la generación y creación de empleos sostenibles, el relevo generacional en las actividades agrícolas, el sustento y el derecho de romper con la tan perniciosa movilidad hacia las áreas urbanas (el 30% de las jóvenes y el 24% de los jóvenes residen en una localidad distinta a donde nacieron), que en la mayoría de los casos pone en desventaja a aquellos (as) jóvenes que no han sido favorecidos con el ambiente citadino, y en consecuencia no descodifican con la misma velocidad los patrones de conducta y las barreras de entrada que les impone el sistema, lo que los termina aislando y los conduce a una segregación social que nosotros hemos nombrado, el nuevo campesinado urbano, que degenera en la criminalidad juvenil y la exclusión social, como una manifestación de la falta de oportunidades y la pobreza.
El Estado y la sociedad dominicana, deben abocarse a estudiar las posibilidades de acoger en sus comunidades de origen a todos aquellos jóvenes que pueden asumir puestos de trabajos competitivos y sostenibles (el desempleo juvenil ronda el 30%, con una incidencia de más del 90% de participación en la economía informal), que modernicen y dignifiquen el relevo generación en el campo y en la agroindustria. Creando un contexto con perspectivas de futuro, que pare la desmovilización juvenil, provocada por la desestructuración social y cultural de las comunidades rurales y la pérdida progresiva de influencia positiva en términos de los intereses públicos y políticos. El diagnostico nos indica el que hacer, la voluntad política determina el cuándo hacerlo, es ahora o nunca, nuestros jóvenes se lo merecen.
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Autor: FRANCISCO TAVÁREZ
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