Economía de Brasil agrega 209.425 empleos en febrero | Reuters
El salario mínimo en Guatemala es de Q56 por día. Pollo Campero les paga el salario mínimo a sus trabajadores nuevos, quienes reciben un pago mensual (descontando el IGSS) de Q1,618, más un bono de productividad de Q250, con lo cual alcanzan Q1,868 al mes. Al incluir proporcionalmente el bono 14 y el aguinaldo, su ingreso mensual llega a Q2,138. Es decir, a Q534.50 semanales. El Menú Tradicional Campero (2 piezas de pollo, papas y bebida) vale Q43. Con su salario semanal, una trabajadora de esta empresa puede comprar 12 Menús Tradicionales. Si en su día libre llevara a sus 4 hijos a comer una vez a donde ella trabaja, gastaría el 40 por ciento de su sueldo.
El salario mínimo en Chicago es de US$8 la hora. Allá, Pollo Campero les paga el salario mínimo a sus trabajadores nuevos, quienes ganan US$320 a la semana.
(Los impuestos le son devueltos a un jefe de familia que devengue salario mínimo). Un Pollo Campero Meal (2 piezas de pollo, una guarnición y una bebida) vale US$6.17. El trabajador de Pollo Campero en Chicago puede comprar 52 Meals a la semana. Si lleva a sus 4 hijos a comer allí en uno de sus 2 días libres, gastará menos del 10 por ciento de su sueldo.
En ambos casos es la misma empresa, la misma tecnología, la misma productividad, y los precios son similares (Q43 en Guatemala y Q49 en Chicago). Pero los trabajadores ganan casi 5 veces más en Chicago que en Guatemala, en donde obviamente el trabajador no tiene suficientes ingresos para comprar lo que produce.
Esto se debe a que el capitalismo local es oligárquico y, por ello, poco productivo, por lo cual mantiene un enorme ejército de reserva laboral que abarata la fuerza de trabajo hasta los límites de la mera supervivencia del asalariado. Este caso demuestra que los salarios nada tienen que ver con la productividad del trabajador, como alegan los neoliberales poniendo ejemplos “teóricos” del capitalismo desarrollado, en el que tampoco se paga la productividad del trabajo, sino sólo el tiempo necesario para la reproducción del trabajador. De lo contrario, el sistema colapsa. Ganar un mejor salario no libera, pues, al asalariado de la explotación.
A esto le llamó Marx trabajo enajenado, nombrando así la situación en la que el producto del trabajo es ajeno a quien lo realiza, con lo que también lo es su actividad laboral como tal, pues no trabaja para sí ni para desarrollarse como ser humano libre y creativo, sino para la realización material de otro. Este hecho constituye la condición de existencia de la propiedad privada (que no equivale a la propiedad personal) desde que aquélla existe como base de la economía. Y esto se debe al curso que tomó el desarrollo de las fuerzas productivas (resultantes de la relación entre medios de producción y fuerza de trabajo), aunque este mismo desarrollo permite ya humanizar la producción de riqueza, pues ¿qué sentido tiene seguir produciéndola a costa de la enajenación de la mayoría de la humanidad? Sobre todo, si la respuesta a esta pregunta está a la vista en la crisis moral y en las hambrunas causadas por un sistema mundial fracasado.
El pueril argumento neoliberal de “si al trabajador no le parece lo que le pagan, que ponga su propio negocio”, se derrumba al constatar que el capitalismo oligárquico impide que prospere la pequeña, mediana y gran empresa mediante el control no sólo de todo el proceso productivo, sino también del de la circulación de la mercancía.
¿Es esto libre competencia, libre mercado, democracia?
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