Una pregunta obvia que debe asaltar cotidianamente a todos los que tienen el privilegio de escribir es la de si ser coherente es una virtud o, por el contrario, una simple estupidez. Aunque aparentemente el lector es desmemoriado, por el poder de lo cotidiano sobre el olvido, al final, cuando las crisis se profundizan, recuperan la memoria.
Por ejemplo, aparece en las noticias de esta semana que el sector financiero logró las mayores utilidades de su historia. Eso habla bien de sus administradores, pero no de la economía en su conjunto. Al respecto escribíamos: "es difícil explicarse las increíbles utilidades del sector financiero en épocas de crisis".
Se tiene la impresión que las bajas de las "tasas de interés no implicaron una disminución proporcional en los márgenes de intermediación", especialmente, "en una época de contracción en el consumo".
Estas utilidades, sumadas a otras de empresas del sector servicios y al comportamiento de precios altos de las materias primas, permiten a los analistas confirmar la pérdida de participación en el PIB de la agricultura, la industria e incluso el comercio.
Nuevamente la remembranza: "en síntesis, crecimiento sesgado hacia los sectores primarios, el sector financiero y las obras públicas. Crisis en los sectores productivos y el comercio. Déficit fiscal creciendo, desbalance de cuenta corriente, egresos de utilidades de las multinacionales mayor que la entrada de remesas, e IED concentrada en el sector primario".
"Así mismo, niveles de desempleo en incremento, precariedad del trabajo, la mitad de la población en la pobreza, la quinta parte en la indigencia, niveles de deuda en aumento".
¿Es lo que el país desearía para asegurar su crecimiento y desarrollo a largo plazo?
Se evidencia la crisis del sistema de salud: al inicio de la aplicación de la Ley 100 se proyectaba 70 por ciento de empleo formal y 30 por ciento informal. Ocurre lo contrario, lo que era claro cuando se adoptó como política formal la flexibilización laboral y el asistencialismo populista. "El asistencialismo, mayor enemigo de la dignidad en el trabajo, ha atentado contra el empleo formal". "Hay debacle en el sistema de salud, y en el de pensiones", es "un Sisbén experto en aspirinas para curar el cáncer".
Se menciona reiteradamente que las extradiciones de los narco-paramilitares a Estados Unidos se constituirían simplemente en la negación de la justicia en el país. Decíamos ayer: "La Ley de Justicia y Paz se acabó y se solucionó el problema de las confesiones, se niega la reparación, la verdad y la justicia por la vía del reconocimiento de que los delitos de lesa humanidad y los asesinatos son subordinados y secundarios frente al narcotráfico.
Como ya se sabe, es un acuerdo de Cooperación Judicial y claramente tiene un tufillo de inmunidad e impunidad". Y, con respecto a la situación de Colombia y Venezuela: "incendiar la región es por lo menos una imbecilidad y una irresponsabilidad. Nada lo justifica: de nacionalismos y chauvinismos ya tenemos suficiente con lo que conocemos en la historia".
Sí, en ocasiones es sano rememorar. No es conveniente que la historia nos juzgue sin que se contemplen los elementos que nos podrían llevar a una absolución o a una condena. Por sus escritos los conoceréis. ¿O no, José Obdulio?
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