lunes, 15 de junio de 2009

2009: El Gobierno sube, pero la gestión económica va en caída

La política de bonos ayuda a contrarrestar los efectos de la crisis. La apreciación del boliviano frente al dólar reduce las exportaciones y fomenta las importaciones.

La Paz/OPINIÓN

Con la política de creación de bonos, hasta el momento media docena, el Gobierno está logrando un exitoso respaldo a su política, mientras la administración económica del país presenta serias deficiencias, según la evaluación del economista Gonzalo Chávez. Se afirma que la industria nacional sufre un fuerte impacto negativo mientras se fomenta, con el bajo precio del dólar, las importaciones:

OPINIÓN (O): ¿Cómo evalúa el primer semestre de gestión económica estatal?

CHÁVEZ (G.CH): Se ha notado fuerte la desaceleración de la economía boliviana. Hemos visto que en el primer semestre del 2008 tuvimos un crecimiento alto, de 6.1 por ciento que se debió básicamente al sector minero.

En este primer semestre hemos visto los efectos del shock externo que ha habido en la economía boliviana. En primer lugar, una caída fuerte de los precios de los minerales, del petróleo, indirectamente el gas natural, de la soya, también bajaron las remesas internacionales entre 10 y 15 por ciento.

No obstante que no tenemos información del crecimiento del producto, porque es un dato muy atrasado que llega del INE, pero por lo que ha pasado con la tasa de los precios uno puede ver que ha habido una desaceleración fuerte en la economía boliviana.

Hemos estado en deflación que es un síntoma de recesión. La inflación come los salarios de las personas, las recesiones comen los ingresos de las empresas que se han visto obligadas a bajar sus precios y se ha traducido en desempleo.

O.: Se han creado por lo menos dos nuevos bonos…

G.CH.: El Gobierno no ha tenido políticas contra cíclicas muy claras, salvo los bonos como el Juancito Pinto, el Juana Azurduy de Padilla, la Renta Dignidad, los bonos a los maestros, a los ex combatientes, al sector público, son una política de gasto.

No sabemos qué pasó con la inversión pública. Se anunció una inversión pública récord de 2.800 millones de dólares, no sabemos cuánto se ejecutó, pero probablemente no ha sido mucho.

Hay que ponderar que estos bonos, cuando el tipo de cambio está apreciado que es el pecado más grande del Gobierno en política macro económica en los últimos seis meses. Significa que hemos perdido competitividad con las exportaciones y hemos fomentado mucho las importaciones.

El año pasado llegaron las importaciones a 5.000 millones de dólares, en los años pasados no superaban los 2.000 millones. Este semestre no se ha desacelerado esto.

Es una combinación complicada de política fiscal expansiva vía bonos, que se llaman las transferencias condicionadas. Como Bolivia tiene una propensión marginal a importar muy grande, significa que por cada dólar gastado, más del 70 por ciento se va en importaciones, no se queda a reactivar la economía boliviana sino se va a reactivar la economía peruana, chilena, brasileña, de donde sean las importaciones.

Meterle plata a la economía con una propensión a importar tan grande y con un tipo de cambio apreciado hace que la plata sea como la arena, se va mucho afuera no se queda acá. Esto va a dificultar la reactivación desde adentro.

Cuando la exportación cae lo recomendable son políticas internas, el Gobierno gasta más, invierte más, pero no lo puede hacer a ciegas. Hay que buscar sectores y mecanismos para que el gasto e inversión, los bonos vayan a afectar más a la industria nacional de tal manera que lo que pierde con las exportaciones lo gane con la ventas internas.

Desde el punto de vista estructural, el manejo de política pública continúa basado en recursos naturales. Sobre políticas de industrialización, que sería otra manera de atacar la crisis, no se ha hecho nada. El Gobierno tiene la política de la Biblia, de decir hemos ahorrado en los momentos buenos, de las vacas gordas y ahora podemos gastarlo, pero es la receta de la abuelita que el neoliberalismo hizo lo mismo en más de 20 años.

Se podría enfrentar la crisis diversificando exportaciones, buscando nuevos mercados, fomentando la producción nacional, industrializando a algunos sectores y en esa línea el Gobierno ha hecho poco, porque sigue preso en su discurso de la renta de la nacionalización.

O.: ¿Cómo analiza el sector de hidrocarburos?

G.CH.: La nacionalización, la esperanza que había en Yacimientos ha hecho aguas, con todos los problemas de gestión que tiene. Es incomprensible, que la estrella de las políticas públicas se haya manejado tan mal.

Si la nacionalización es el foco de la gestión, porque ahí está centrado el voto popular, las expectativas, la sismología, es el lugar donde no se podía haber fallado. Esa era la operación de corazón abierto, sin embargo, seguimos viendo serios problemas de gestión dentro de la empresa, no sólo de corrupción sino de gestión.

El presidente de la empresa parece más un fiscal que pasa buena parte de su tiempo apagando incendios y no tiene tiempo para hacer una gestión como todo el mundo hubiera querido. En la estrella de las políticas públicas no ha pasado nada y el sector de hidrocarburos es el que más ha sufrido últimamente.

O.: La tendencia es a una baja en la cotización interna del dólar…

G.CH.: No son buenas noticias. Todo el mundo está devaluando, depreciando, porque ésa es la forma en que uno recupera parte de las exportaciones, fomenta a las industrias. Seguir con la política de apreciación es fomentar las importaciones, el contrabando. Probablemente hay una lógica de economía política.

Los bonos han ayudado parcialmente a una pequeña mejora en la distribución de los ingresos, pero si se suma no son más de 300 millones de dólares entre la Renta Dignidad que tiene diez años, el Juancito Pinto son unos 25 millones, Juana Azurduy son 30, los otros bonos son unos 30 millones. Hablamos de unos 300 millones de dólares para una economía de 12.000 millones de dólares de PIB es un valor importante, pero no significativo.

Tal vez el mecanismo de distribución más fuerte que se ha dado es vía del aumento del comercio y las importaciones, porque hemos pasado de 2.000 millones a 5.000 millones de dólares, en lo formal, en lo que registra el Banco Central y el INE. Es una economía enorme que se ha creado en torno de eso, vea el caso de la ropa usada.

Es un mecanismo medio perverso, porque el tipo de cambio se mantiene para seguir fomentando importaciones y en torno a eso se está creando una economía gigantesca, mucha de ella en informalidad y no es el camino para resolver los temas estructurales.

O.: ¿Cuál la tendencia para el segundo semestre?

G.CH.: Se va a seguir con la tendencia a apreciar el tipo de cambio porque ahí están miles de votos. Ahora depreciar o devaluar sería hacer enojar a mucha gente, especialmente en el occidente donde el comercio informal ha crecido de manera significativa.

En términos de los precios es probable que haya ligeras mejoras, habrá que ver cuán sostenibles son los aumentos en el precio del petróleo y los minerale. Hay la esperanza que el segundo semestre mejore un poco, que la desaceleración no sea tan fuerte.

La CEPAL está previendo un decrecimiento de la economía latinoamericana de menos 1.7 por ciento. Y eso es fuerte. Un millón de personas han perdido su trabajo en América Latina en el primer cuatrimestre del 2009.

El Gobierno va a seguir con la política de bonos que desde el punto de vista político es muy rentable, porque a todo el mundo le gusta recibir una platita de la Pachamama. Las encuestas dicen que la gente piensa que la mejor política del Gobierno son los bonos.

O.: ¿Se podría concluir que la economía anda mal, pero al Gobierno le va bien?

G.CH.: En términos de manejo político, sí. El Gobierno está politizando varios instrumentos de política económica. En el caso del tipo de cambio fomenta el comercio y lo gremial es gigantesco, vea el caso de la ropa usada donde se ha optado por la política de dejar que las cosas sigan funcionando. Importar ropa usada es lo más neoliberal que uno pueda pensar, condena a la gente a vestirse como John Smith

En el corto plazo puede tener éxito, pero en el mediano y largo plazo nos condena a seguir siendo un país exportador de recursos naturales.

En los últimos años se había logrado alguito de recuperación del sector industrial, las exportaciones de recursos naturales eran un 60 por ciento y las otras exportaciones diversificadas eran un 40 por ciento. Ahora hemos vuelto al 80 por ciento de recursos naturales y el 20 por ciento el resto.

Todo esto tiene pies de barros, el país no sufre un cambio productivo significativo, la economía está en segundo o tercer plano al servicio de la acumulación de poder.

En la Constitución se ofrece el cielo y la tierra pero cuando uno ve los cambios estructurales seguimos en lo mismo, primario, exportador, rentista, transferencia de bonos y eso lo estamos haciendo hace cien años, derechas, izquierdas y ya sabemos que con resultados bastante precarios.

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