miércoles, 27 de mayo de 2009

Los valores culturales son necesarios para entender el mercado

Raquel San Martín
LA NACION

¿Cuánto dinero se gasta en los regalos de Navidad? ¿Quién paga las cuentas en la casa? ¿El sueldo del hombre y el de la mujer se usan para fines distintos? ¿Cómo se reparten los bienes tras un divorcio?

Para la socióloga Viviana Zelizer, en todas estas preguntas se esconden pruebas claras de que la vida económica y los lazos sociales están profundamente vinculados, y de que el dinero, lejos de ser un valor de cambio neutral, tiene una moral propia y un significado cultural.

A demostrarlo ha dedicado Zelizer su trayectoria como socióloga económica en los Estados Unidos, donde es profesora en la Universidad de Princeton, reconocida por sus trabajos pioneros en este campo que los economistas siempre miraron con recelo y que de a poco ?mucho más tras el derrumbe financiero del año pasado- están considerando con más respeto.

Con mirada histórica, Zelizer estudió el significado social del dinero, los seguros de vida, el valor económico de la infancia y el consumo. Nacida en la Argentina, pero emigrada hace años a Estados Unidos, Zelizer vino al país a presentar La negociación de la intimidad (Fondo de Cultura Económica), su primer libro traducido al español, en el que analiza los lazos que el dinero y la intimidad tejen en la economía doméstica, el cuidado de chicos, ancianos y enfermos, y las relaciones de pareja.

En diálogo con LA NACION, Zelizer defiende el enfoque de la sociología económica como "una alternativa al modelo económico ortodoxo, que se está quebrando, con su idea de que el mercado es supuestamente libre y racional y los valores culturales y los lazos sociales no son necesarios para entender cómo funciona. Pero no es así. Los valores culturales son necesarios para entender al mercado". Y añade que "la sociología económica demuestra cómo la economía es tan social como la religión o la familia".

"Los mercados supuestamente más hiperracionales, como el financiero, también son culturales y sociales. Lo vimos dramáticamente con la crisis financiera, en la que todas esas redes sociales se convirtieron en trampas feroces, porque no estaban basadas en un modelo de costo-beneficio, sino que la gente invertía en ciertas cosas porque conocía a otra gente y le tenía confianza", dice.

-¿Qué mirada cultural se puede hacer de esta crisis?

-La crisis demostró públicamente que no existe un mercado libre y racional, sino formas de regularlo. Es un ejemplo de la profundidad y la importancia de los vínculos sociales y cómo influyen en decidir dónde la gente invierte, según las ideas culturales sobre cómo es prudente invertir o no y las concepciones del futuro.

-¿Cuál sería un modo adecuado de entender el consumo?

-En general los objetos de consumo son formas de mantener los vínculos sociales y afectivos, de enriquecerlos. La imagen solamente materialista del dinero es falsa, y se basa en la teoría de que la vida cotidiana y el mundo económico son esferas separadas y hostiles. Definir el consumo únicamente como algo degradante y que corrompe los vínculos sociales es una visión muy simplista e irreal.

-¿Qué consecuencias tiene pensar la intimidad y las transacciones económicas como esferas relacionadas?

-Quebrar esa separación ayuda a reconocer que el mundo económico serio y vital no consiste sólo en las empresas, corporaciones y mercados grandes, sino que permite incluir la importancia humana de la actividad económica, del cuidado de las personas, del consumo, de la moralidad y la ética, que son cosas tan serias como estudiar empresas. También, la existencia de nuevos tipos de organización económica, como los microcréditos, la economía de las remesas, nuevas formas de crédito y prestamos a través de redes sociales, incluso Internet, y la economía informal, que tienen un enorme valor macroeconómico a pesar de su status marginal. Y a detectar desigualdades de género: a menudo la economía "seria" es del mundo de los hombres y la menos importante es la de las mujeres.

-En los años 90 en la Argentina muchas mujeres conseguían trabajo más fácilmente.

-Lo mismo pasa en Estados Unidos ahora. Los empleos en los que se están perdiendo más puestos son de hombres. Algunos estudios encuentran que cuando la mujer gana menos que su pareja el hombre aporta más en las tareas domésticas. Pero cuando la mujer gana lo mismo o más, el hombre empieza a hacer menos en el hogar. A menudo cuando las mujeres ganan igual, el dinero de la mujer se "marca" distinto, se lo reserva para las vacaciones o para el colegio de los chicos.

-¿Por qué el cuidado de ancianos, niños y enfermos también es un problema económico?

-Parecería que si allí entra el dinero es donde va a corromper más y que la falta de pago o el mal pago es una muestra de que el cuidado es sincero. Hay investigadores en Estados Unidos y en Francia que alertan sobre los problemas creados por no reconocer que se puede combinar el pago con el afecto. Hasta ahora el cuidado informal no pago funcionaba porque las mujeres no trabajaban tanto fuera de sus hogares. Estas tareas tienen valor económico.

-Lo sentimental y lo económico van juntos.

-Claro. No quiero decir que toda mezcla de intimidad con economía es maravillosa. Mi planteo es que hay que prestar más atención a qué tipo de conexión económica corresponde a distintas situaciones sociales. Si decimos que lo sentimental no tiene nada que ver con lo económico, nos equivocamos.

El personaje

VIVIANA ZELIZER
Profesora en Princeton, EE.UU.

  • Profesión : socióloga

  • Origen : Argentina

  • Desde el campo de la sociología económica, Zelizer ?doctorada en la Universidad de Columbia? se ha dedicado a estudiar el significado social del dinero y los mercados con perspectiva histórica y aportes de la antropología y el derecho.

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