Aún con economías en crecimiento, los Gobiernos no logran comprender ni frenar el complejo problema social que se arrastra desde siempre y que se multiplica en crisis como la actual: el empleo en negro.
Como todos sabemos, se trata de personas que trabajan en relación de dependencia, pero que no reciben los beneficios laborales propios de la formalidad. Como ser vacaciones pagas, aguinaldo, salario familiar, obra social y de la seguridad social, entre otros. En caso de despido, el empleado no tiene derecho tampoco de la indemnización correspondiente. La zona del NEA que nos compete, encabeza tristemente el ranking en el país.
En las circunstancias actuales, esta situación irregular solo tiende a agravarse. Dado que se produce un inevitable pase de asalariados en negro al desempleo. Se debe a que esos puestos de trabajo son coyunturales y se crearon por factores temporales de cierta bonanza.
Ya en el año 2007 se advertían signos inequívocos de que la economía se estaba enfriando. Recordemos que en la campaña presidencial de ese año el tema estuvo en el tapete, mas no así en el discurso oficial. No tengo dudas, que la negación persistente de este diagnostico nos hizo retrasar urgentes medidas de políticas activas tendientes a sostener el empleo.
Con el inicio del conflicto con el campo, sólo logró agravar el problema de las economías regionales, primero, que después se trasladó a los grandes centros urbanos. Con la persistencia de esta crisis, este tipo de empleos son los que primero desaparecen y ya no son reemplazados por otros.
La mayor cantidad de empleados en negro se encuentran en las pequeñas y medianas empresas. En las firmas más grandes, la proporción de trabajadores no registrados es menor. Sin embargo, estas compañías recurren frecuentemente al subterfugio de incorporar personal contratado o a monotributistas, aunque esa gente tenga una relación laboral dependiente formal.
La actividades que registran mayor proporción de trabajadores no registrados son el servicio domestico, el agro y la construcción.
Dicha esta introducción descriptiva del problema, quisiera explayarme sobre las causales de esta problemática. Es un punto de vista, quizás subjetivo de un pequeño empresario pero que esta hecho con total honestidad intelectual.
Para comprender aun más el fenómeno del trabajo y el empleo no registrado y poder establecer los lineamientos a seguir para combatir este flagelo, es necesario estudiar las causas y costos que este genera. En mi opinión, los actores sociales que la integran: el Estado, los empresarios, los trabajadores y los responsables de las asociaciones profesionales. Casa uno, en función de su rol, tenemos una mirada diferente de esta cuestión.
Según un trabajo realizado por el Ministerio de Trabajo de la Nación, las causas del empleo en negro tienen directa relación con las actividades de la economía informal. El argumento central es que el empresariado que se encuentra en situación de evasión o no pago de impuestos, que no tiene habilitación, no registra a sus empleados porque implica un costo mayor. Sin embargo, también adjudica esta causal a una vieja práctica cultural instalada desde siempre.
Otra causa, desde mi modesta opinión, sería que los mayores porcentajes de trabajadores no registrados se dan en el sector de pequeñas y medianas empresas. No debemos suponer que las Pymes instalan perversamente esta modalidad y no quieren registrar a sus empleados. Sino que habría de preguntarse por qué se da paradójicamente en este sector y si subsistirían éste si tuviera que afrontar los altísimos costos laborales, impositivos y demás que hacen a la formalidad, es decir, sobrevine en este punto el factor fundamental que es: la escala. Las pequeñas y medianas empresas están impedidas de hacer frente a los costos de blanquear a todos los empleados. Por eso proponemos que estos costos deberían descontarse de otras obligaciones fiscales que deben cumplir las PyMEs.
Sin embargo, no estaríamos faltando a la verdad si afirmamos que es el Estado un gran generador de trabajo no registrado. Se manifiesta en la forma y existencia de contratos bajo esta modalidad en todos los niveles de gobierno.
Las organizaciones sindicales coinciden con esto último y además agregan que se debe a la excesiva concentración de los grandes grupos económicos. También hacen hincapié en las prácticas culturales.
En tanto, muchos empresarios coincidimos en que las principales causales del empleo informal son los altos costos laborales y su nula segmentación omitiendo tozudamente las realidades regionales.
Opino que el trabajo y el empleo en negro no es beneficioso para ningún actor social. Al trabajador, porque no estaría en buenas condiciones, no habría posibilidad de protegerlo a él ni a su familia. Al Estado porque no sabría como solucionarlo y debe sostenerlo en salud y seguridad social. Tampoco para el empleador, por el alto riesgo inherente que genera. Los empresarios de pequeñas y medianas empresas, asumimos demasiados riesgos al contratar empleados en negro. Es fácilmente comprobable en un juicio laboral la relación de dependencia. Pero muchas veces, no se tiene otra solución. Convengamos entonces que es un riesgo y mal negocio en definitiva. Pero podemos coartar la vocación emprendedora por una cuestión formal? Ésa es la cuestión.
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