lunes, 13 de abril de 2009

Empleo y crisis

A pesar que más del 75 por ciento de toda la fuerza laboral opera en la economía informal, la economía formal contribuye con un poco más de 1 millón de puestos de trabajo. Ninguno de estos segmentos del mercado laboral guatemalteco se libra de los efectos de la crisis.

La destrucción de empleo formal, fenómeno que se observa cuando las empresas cierran o reducen sus operaciones, sumada a la reducción en la capacidad de generación de nuevos puestos de trabajo incide en que el empleo informal aumente y el formal disminuya.

Históricamente ha existido una importante correlación entre el crecimiento económico y el empleo formal. En promedio, un aumento del 1 por ciento en el PIB ha provocado un aumento de 1 por ciento en el empleo formal, aunque el comportamiento del empleo formal ha sido mucho más volátil que el crecimiento económico. Esto indicaría que en la medida que la economía deja de crecer o se reduzca, también lo haga el empleo formal. Aunque la reducción en este último, como lo prueban los difíciles años entre 1981 y 1986, puede ser mucho mayor que en el primero.

Durante la crisis de los ochenta, la caída en el crecimiento del empleo formal fue mucho más pronunciada que la caída en el crecimiento económico. Al punto que casi más de 20 años después la economía no ha logrado recuperar el dinamismo en la generación de empleo formal.
Situación que no puede corregirse fácil e inmediatamente ya que para superar este problema se requiere de mayores niveles de inversión en capital físico y humano por trabajador, mejorar la eficiencia con función en la economía, descubrir nuevos sectores económicos capaces de absorber grandes cantidades de empleo y mejoras tecnológicas y empresariales. Todo esto suponiendo que existe seguridad física y personal, certeza jurídica y un adecuado ambiente político. Medidas que van mucho más allá de la simple creación de empleo público. Ya que, por más importante que pudiera ser este durante la crisis, a largo plazo no es una opción factible ni sostenible.

Sin embargo, salvo algunos programas de empleo público, pareciera que no existe ninguna urgencia al respecto.

Pareciera que da lo mismo que se pierdan 1,000 puestos de trabajo o que se pierdan 30 mil. Lo que sí puede saberse, de mantenerse la relación histórica entre crecimiento y empleo, es que mientras más larga y más profunda sea la crisis actual, más grandes serán sus efectos negativos sobre el empleo formal existente y la capacidad de generación del mismo.

Para un episodio histórico parecido, basta con revisar lo sucedido en los años ochenta.

Por: Hugo Maúl R

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