viernes, 6 de febrero de 2009

Amedrentadoras mafias de “cuidadores” de autos se adueñan de calles y atacan a conductores

La ley sólo considera sanciones bajas a esta conducta, la que está espantando a los clientes de tradicionales barrios bohemios de la zona oriente.
PROVIDENCIA: Los acusan de ser ‘‘sapos’’ para ladrones

Patricia Berger, a pasos de calle Seminario, foco en el que operan mafias de estacionadores está “desesperada” por la presencia de “un sujeto que nadie conoce, pero que está instalado con silla y todo” fuera de su casa, que “se la pasa tomando copete, invita a amigos que lo ayudan a cobrarles a quienes se estacionan (...) Arman alboroto hasta como la 1 AM.”.

El 30 de diciembre, estando ella de vacaciones, le entraron a robar a su hogar: “Al volver, el tipo ya no estaba, desapareció como por dos semanas. ¡Obvio que es un ‘sapo’ que pasó el dato de que yo no iba a estar en la casa!”.

Los “cuidadores” en Seminario, asegura la dueña de un almacén, “son familiares entre sí (...) Trabaja un papá con sus dos hijos y un primo. A la gente le cobran dependiendo de la marca del auto. Si es cuico, le piden hasta $3.000”.

La concejala Carolina Leitao propone instalar parquímetros y “sorprender a estas personas en actitudes delictivas, porque ayudar a estacionar autos no es delito... pero beber alcohol en la vía pública sí”.

En la Municipalidad de Providencia tienen identificados varios “puntos negros” de estas mafias (Teatro Oriente, pasaje Orrego Luco, Bucarest, Parque Bustamante) y aseguran que los sujetos —200 en la comuna— pueden ganar hasta $600 mil al mes.

VITACURA: Apedreos por negarse a pagar “2 luquitas”

La avenida Vitacura —entre La Llavería y Padre Hurtado— se ha convertido en el epicentro del carrete juvenil de la comuna.

Hasta ahí llegó Ignacio Díaz (26) en su Peugeot 306. Tras dos horas en el pub «La Previa» decidieron retirarse... Entonces el “cuidador” les exigió “2 luquitas por el servicio, jefe”. Ignacio le dijo que sólo le daría $500, pero el hombre le tiró la moneda al suelo.

El Peugeot no anduvo más de veinte metros, cuando recibió una pedrada: “Es intolerable tener que pagar lo que a los cuidadores se les antoje por miedo a que te rayen el auto o apedreen. Jamás he visto fiscalización alguna a estas mafias”, asegura el joven, quien reconoce que ahora le da “lata y miedo” salir en su auto.

Marcia Valdés, residente de Lo Matta, cuenta que el lugar “es un escondite de estacionadores de autos, se juntan a tomar y a drogarse (...) Los he visto, me gritan obscenidades cuando llego a mi casa en la tarde. Me da pavor que me ataquen, por eso llamo a la casa cuando estoy por llegar para que estén atentos”.

Los administradores de los pubs prefieren no revelar sus identidades. Admiten el problema, pero temen la reacción de los “cuidadores” o que el sector sea “estigmatizado”.

Sin embargo, el gerente de “Las Urracas”, Juan Pablo Figueroa, reconoce: “Estamos en contacto con la municipalidad para buscar una solución”.

La concejala Lucía Pinochet —quien en noviembre sufrió el robo de su vehículo por un estacionador en Alonso de Córdova— dice que “se deben destinar mayores esfuerzos en investigar estas mafias (...) Poseen una red de información privilegiada que facilita los robos”.

ÑUÑOA: Peleas y amenazas de muerte

“Son escandalosos, pelean entre ellos, se tiran cosas, se amenazan de muerte. A medianoche nos despiertan con los gritos, además toman harto. Esto es de día y de noche, semana y fin de semana, es terrible”, se queja Natalia, propietaria de un departamento justo frente a Plaza Ñuñoa, al describir el comportamiento de quienes cuidan y lavan los autos en su barrio.

En el día hay cuidadores formales que cobran según el parquímetro... pero en la noche aparecen otros —de entre 12 y 18 años— que se toman el barrio.

Vecinos del sector y dueños de pubs y restaurantes los acusan de cobrar —por adelantado— un alto valor por estacionarse (entre $1.000 y $2.500).

Otra de las ocupaciones de estos estacionadores es el lavado de autos... sin que el propietario lo solicite. “Al que se va sin pagar le rompen los vidrios y lo insultan. Estas personas se creen amos del lugar”, cuenta una vecina del sector.

Y todo, por cierto, acompañado de alcohol. “Toman toda la noche, es algo habitual en ellos”, cuenta la dueña de un departamento ubicado en plena Plaza Ñuñoa.

El director de Seguridad Ciudadana ñuñoíno, Oscar Cañón, dice que “la municipalidad no puede hacer nada porque no tiene la facultad. El control sólo lo puede ejercer la policía”. Y cuando éste se hace, no pasa a mayores, pues las sanciones son bajas: cobrar por el uso de la vía pública es considerado sólo una infracción.

Según Cañón, la solución pasa por “un control policial permanente (...) Y que cambien las penas”.

Los dueños de los locales también son afectados, pues espantan consumidores: “Hay clientes que llegan, se estacionan y cuando los cuidadores se acercan a decirles la tarifa se van”, cuenta acongojada una locataria.

Según Maya Fernández, concejal de Ñuñoa, la situación tiene “choreados” a los vecinos y comerciantes: “Siempre hemos reclamado, pero al final no pasa nada. No puede ser que esta batalla la ganen los delincuentes”, alerta

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