El jefe de Gabinete de Ministros de Argentina, Jorge Capitanich, lleve poco más de un mes en el cargo y quiere imprimirle un nuevo estilo al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Para empezar, habla con la prensa todos los días. Y este jueves ha lanzado una serie de 204 objetivos y 272 metas para alcanzar en 2014. En diez años de gobiernos kirchneristas, ni el expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) ni Fernández se habían fijado varas por superar en un periodo tan corto. La jefa de Estado había presentado planes para el fomento de la industria, la agricultura y la innovación pero con la mirilla en 2020, y sin crear demasiadas expectativas.
Capitanich, en cambio, con una impronta más de tipo empresarial, se ha trazado casi 500 metas para un solo año. Después de dos semanas y media de cortes de luz, uno de los objetivos fijados por el exgobernador de la provincia norteña de Chaco consiste en elevar la potencia de la generación eléctrica en 1.625 megavatios. Se espera que, después de años de retraso, se ponga en funcionamiento una nueva central atómica.
El jefe de Gabinete también se ha propuesto bajar el paro del actual 6,8% al 6,3% y el trabajo informal, es decir, sin cobertura sanitaria, derechos laborales ni contribuciones para la futura pensión, del 34% al 30%. A finales de 2012, el también nuevo ministro de Economía, Axel Kicillof, anunció subvenciones a las contribuciones patronales de las pymes, de modo de alentar el empleo registrado.
A lo que no se ha referido Capitanich en sus metas es a la inflación, que se ha acelerado en los últimos meses del año pasado hasta alcanzar el 26,8% anual en noviembre. No obstante, Capitanich encabezó este viernes un acto en el que se presentó un nuevo acuerdo de precios del kirchnerismo, esta vez por tres meses y para solo 100 productos básicos en Buenos Aires. Se aguardan otras medidas que complementen este pacto si se presente rebajar la inflación, que en mayo pasado estaba en el 20,8%. El Gobierno de Fernández ha aclarado que esta vez el convenio no implica congelación de precios, como en los tiempos en los que el polémico Guillermo Moreno dirigía la economía kirchnerista desde la Secretaría de Comercio Interior, sino que habrá incrementos acordados con los fabricantes y los supermercados en caso de subida de costes.
Entre las metas que se propuesto Capitanich figura la construcción de 100.000 viviendas sociales, la reducción de la mortalidad infantil de 11,7 niños por cada mil nacidos vivos a 9,8, el aumento de las exportaciones de 84.000 millones de dólares a 94.000 millones, el incremento en un 3% de la cantidad de niños que reciben una asignación porque sus padres están en el paro o con trabajo informal, hasta alcanzar los 3,5 millones de beneficiarios, el reparto de un millón de ordenadores portátiles a alumnos de escuelas públicas, con lo que también se llegaría a 3,5 millones, el alza del gasto en educación del 6% del PIB al 6,4%, incluida la construcción de escuelas, y la subida de la inversión en ciencia del 0,6% al 0,64% del PIB. En referencia a otro asunto de preocupación ciudadana, la seguridad, Capitanich prometió la compra de patrullas, chalecos antibalas para los policías e instalación de cámaras de vídeo en las calles. El jefe de Gabinete agradeció a “periodistas y medios de comunicación” porque “ayudarán a ejecutar el control de las metas”.
De 49 años, Capitanich asumió el cargo sin reconocer sus ambiciones presidenciales para las elecciones de 2015, pero con la certeza de que si lo hace bien, podrá aspirar a ello. No le será tan fácil. Se espera que este año la economía crezca menos que el 3,1% de 2013 y que la inflación se eleve. Fernández, de vacaciones de verano austral en su provincia, la sureña Santa Cruz, ha cambiado su estilo de gobierno desde que en octubre debió operarse de un coágulo en la cabeza, busca alejarse del estrés y ha cedido todo el protagonismo a Capitanich, uno de sus eventuales delfines para 2015. Claro que el que era gobernador de Chaco y había sido ya jefe de Gabinete de otro gobierno peronista, el de Eduardo Duhalde (2002-2003), en poco tiempo ha debido dar la cara primero ante las huelgas de las policías provinciales seguidas por saqueos y muertes y después frente a los cortes de luz que ya se disipan después de casi tres semanas de interrupciones aisladas pero recurrentes.
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