Economistas de la Fundación SOL / @lafundacionsol
Después de tres años y medios de omisión, el Gobierno, a través de un estudio elaborado por la Secretaria General de la Presidencia (Segpres), reconoce que el 45,5% de los 825.840 empleos que se han creado desde el 2010 a la fecha son tercerizados, vale decir, subcontratación y suministro de trabajadores principalmente. Esto justo coincidió con la conmemoración del Día Mundial del Trabajo Decente, como sucede todos los 7 de Octubre.
A pesar de que Fundación SOL venía alertando sobre esta situación hace más de 3 años, durante todos los meses, con la publicación de su minuta de empleo, las autoridades de Gobierno sólo se han remitido a comentar la evolución de la tasa de desempleo, el número de empleos creados y si estos tienen o no contrato.
Durante el último año, el diagnóstico del ejecutivo y sus conclusiones no han tenido matices: estamos al borde del pleno empleo (5,7% de desempleo en el trimestre junio-agosto 2013) y la mayoría de los empleos creados son de “calidad”.
Sin embargo, detrás de la creación de empleos hay una realidad que no se ha querido comentar y que nos traerá un gran problema para la época de las vacas flacas, si no ponemos sobre la mesa el diagnóstico acertado.
1) Desde el año 2010 a la fecha, el porcentaje del empleo tercerizado (subcontratación, suministro y enganche de trabajadores) ha pasado del 11,5% del total de trabajadores asalariados en Chile a 17,3%, vale decir, un aumento del 50%.
2) De los 825.840 empleos que se han creado en los últimos 41 meses (desde comienzos de 2010), el 45,5% es tercerizado, 28,8% es cuenta propia de muy baja calificación y tiempo parcial principalmente, y 2,5% corresponde a servicio doméstico y familiar no remunerado. O sea, prácticamente 8 de cada 10 nuevos empleos se ubica en alguna de las tres modalidades descritas.
3) Si sólo nos concentramos en los 551 mil empleos asalariados que se han creado desde el 2010, se puede concluir que el 68,2% corresponde a subcontratación o suministro de trabajadores, lo cual llega al 80% para las mujeres.
El subcontrato, el suministro y el enganche, son formas flexibles de empleo que aumentan la probabilidad de precariedad de la experiencia laboral chilena. De hecho, tales formas de contratación tienen vínculos significativos con una mayor precariedad respecto a los directamente contratados; en particular, se observa: una menor capacidad de organización de los trabajadores en sindicatos, menores salarios, menor estabilidad, menor protección social y mayor subempleo, entre otros. Tomando en cuenta los datos públicos, la tercerización reduce la probabilidad de tener empleo protegido (esto es, con contrato indefinido y todas las cotizaciones: seguro de cesantía, salud y previsión) en cerca de un 32% respecto a un trabajador de planta. Además, la brecha salarial se sitúa en torno al 25% a favor de los trabajadores de planta. En consecuencia, la tercerización dice mucho sobre la calidad de los empleos y es una compuerta fácil a un modo de acumulación de ingresos, por la vía de la desposesión salarial.
4) Con el cambio de Encuesta de Empleo a partir del 2010 (modificación realizada correctamente para adecuarse a los estándares internacionales), para determinar si una persona está ocupada o no, sólo basta con que haya reportado trabajar remuneradamente al menos 1 hora a la semana. Esto obliga a cambiar el análisis de manera estructural y sólo usar la tasa de desempleo como un indicador de referencia para observar la tendencia, pero no para concluir si estamos en Pleno Empleo.
n este sentido, a pesar de que Chile presenta una tasa de desempleo de 5,7%, el subempleo (personas que trabajan jornada parcial de manera involuntaria) no ha bajado de 55%, como proporción del empleo total de jornada parcial. Si bien durante los primeros 6 meses del 2010 el subempleo logra reducirse alrededor de 6 puntos porcentuales (medido respecto a los trabajadores de jornada parcial), luego de ello, la cifra no presenta avance significativo, siendo uno de los registros más altos dentro de los países OECD. No es lo mismo Holanda con un desempleo de 8,1%, pero con un 3,3% de subempleo, que Chile con un 5,7% de desempleo, pero un 55% de subempleo. El análisis se complejiza y está bien que así sea. A la fecha, más de 680 mil trabajadores/as part time están necesitados y deseosos de trabajar más horas a la semana. Esa especie de desempleo de jornada parcial con el que cargan, nuestras autoridades simplemente no quieren verlo y erróneamente nos dicen que estamos ad portas del Pleno Empleo.
5) Finalmente, siempre es necesario recordar que, según la encuesta de ocupación para el Gran Santiago, de la Universidad de Chile, en junio 2013 el 50% de los trabajadores gana menos de $300.000; según Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) 2012, considerando Santiago y las capitales regionales, el 50% gana menos de $263.930; y, según Casen 2011, a nivel nacional el 50% de los trabajadores gana menos de $251.620.
Además, sólo el 8% de los trabajadores negocia colectivamente y tiene derecho a huelga, pero puede ser reemplazado (una aberración en términos de legislación comparada, que nos impide pasar cualquier test de libertad sindical).
En conclusión, tenemos un mundo del trabajo altamente precarizado, un SubChile, repleto de trabajadores subcontratados, subempleados, subremunerados y con derechos colectivos en el subsuelo. Por tanto, y en tiempos de campañas y programas presidenciales, es importante preguntarse: ¿Cómo es posible que el Gobierno no nos informara exhaustivamente de esto si contaba con toda la información disponible?, ¿cómo es posible que ninguno de los economistas del comando de la candidatura de Bachelet esté poniendo este análisis en el debate público?
¿Qué está sucediendo con los centros de estudio ligados a los partidos políticos de mayor representación parlamentaria y sus diputados y senadores, que no nos informan de estas cifras y no están discutiendo en el Congreso acerca del tipo de empleo que Chile está creando?
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