lunes, 12 de abril de 2010

El trabajo informal impera sobre el formal

El trabajo informal impera sobre el formal

Mediante una investigación realizada, se ha detectado que en el 79.2% de los hogares del país hay alguien que trabaja para el sector informal. El sector rural en el que más se ve este efecto.




Este dato fue determinado por la reciente encuesta elaborado por la firma M&R, que mediante entrevistas cara a cara consultó a 1,600 personas mayores de 16 años de todas las regiones del país.



El margen de error estimado en esta encuesta es de más o menos 2.5%, y el nivel de confianza es del 95.5%.



Donde más se acentúa el trabajo informal es en el sector rural, porque allí el 86.3% de los consultados dijo que alguien de la familia labora en esa área de la economía.



En el sector semirrural el 83.2% de la muestra afirmó que algún familiar trabaja en el sector no formal.



Sectores rurales son todas aquellas comunidades y comarcas situadas a una distancia de 11 kilómetros o más del límite urbano del municipio. El área semirrural está compuesta por aquellas comarcas o comunidades ubicadas a no más de 10 kilómetros del casco urbano de una ciudad.



El área donde menos gente dijo que algún familiar laboraba en el sector informal fue la urbana, pues ahí sólo el 75.6% de los consultados hizo esa afirmación.



El economista Julio Hernández, especialista en finanzas rurales, expresó que el alto número de población que labora en el sector informal, o con subempleo, no es más que un “producto de la necesidad de empleo”. Entre más desempleo hay, más grande se hace el sector informal.



A criterio de Hernández, el subempleo ha crecido más en los últimos años, debido a que la población está creciendo “a un ritmo que los empleos no están creciendo”.



“El tamaño de la economía formal no aguanta ni siquiera el ritmo natural de crecimiento de la población”, afirmó.



El economista Adolfo Acevedo explicó que el gran porcentaje de hogares con personas laborando en el sector informal se debe a que “la economía de Nicaragua está generando el tipo de empleo que puede absorber a una fuerza de trabajo con las características de la nicaragüense”, que es una fuerza de trabajo con niveles de escolaridad extremadamente bajos.



Se estima que en el sector rural quienes estudian alcanzan en promedio de tres a cinco años de estudios, mientras que en el sector urbano van de cinco a siete años.



“El último reporte de pobreza del Banco Mundial dice que se requiere por lo menos la secundaria completa para tener un ingreso que pueda sacar a la gente del umbral de la pobreza, pero la mayor parte de la gente que se ha incorporado al mercado laboral tiene niveles de escolaridad muy por debajo de eso”, advirtió.



A causa de la escasa formación de la fuerza laboral del país, la mayoría de la población puede optar sólo a empleos precarios e informales, porque el formal y bien remunerado requiere mayor capacitación, dijo Acevedo.



El economista recalcó que cuando la mayor parte del empleo es precario e informal se traduce en altos niveles de pobreza, como los tiene el país.



Enfatizó en que para erradicar el subempleo y reducir significativamente la pobreza, no sólo basta invertir más en educación, sino que se debe transformar por completo el modelo de crecimiento establecido.



“Por ejemplo, en la agricultura (hay) un estilo de crecimiento extensivo, la producción agrícola crece por la expansión del área... no crece por aumento en los rendimientos, entonces una producción así, altamente extensiva, no requiere una gran calificación de la mano de obra, entonces hay que transformar el modelo de crecimiento a más intensivo para que demande mayor calificación”, señaló



Información de La Prensa

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