domingo, 14 de marzo de 2010

Microeconomía de una favela

Microeconomía de una favela



FRANCHO BARÓN 14/03/2010

Su usted entra en la favela Rocinha, la mayor y más conocida de Río de Janeiro, se sorprenderá al toparse con una hamburguesería de la popular franquicia brasileña Bob's. También encontrará comercios, escuelas, cibercafés, bancos, bares, emisoras de radio y hasta un canal de televisión local. En esta favela viven 150.000 almas, aunque esta cifra es cuestionable, dada la precariedad de los censos de población en los suburbios de Río. Lo que sí es cierto es que la Rocinha, al igual que las más de 1.000 favelas que se extienden por la exuberante orografía carioca, contribuye a engordar las cifras de la economía local, ya que una buena parte de su población, nutrida por emigrantes llegados de los lejanos y deprimidos Estados del noreste brasileño, trabaja y produce riqueza.

La contribución de las favelas a la economía local es muy significativa, ya que los cálculos más afinados apuntan a que el 20% de la población de Río se concentra en estos suburbios. En contraste con la imagen que a menudo prevalece, en las favelas los narcotraficantes no son mayoría, ni mucho menos. Cada día cientos de miles de trabajadores y trabajadoras bajan de los escarpados cerros para ganarse el salario honradamente con empleos de baja cualificación. El problema reside en la informalidad de la economía y en el recurso permanente a la picaresca. En las favelas son una excepción quienes pagan impuestos, quienes declaran bienes inmobiliarios, quienes abren un negocio con los papeles en regla, e incluso quienes pagan los servicios básicos como la luz y el agua u otros menos básicos como el teléfono, la televisión por cable o una conexión a Internet.

Más sorprendente todavía resulta el hecho de que las autoridades públicas hayan dado esta batalla casi por perdida. ¿Cuánto dejan de ingresar las arcas públicas por la continua evasión fiscal a pequeña escala? ¿Cuánto pierden las compañías de la luz o el agua con los conocidos gatos o pinchazos a las redes de distribución? ¿Cuál es el perjuicio que esta situación de desgobierno causa en la economía carioca? Casi nadie lo sabe cuantificar con un mínimo de precisión.

Light, la compañía eléctrica que abastece de luz al municipio de Río de Janeiro, cifra en un 20% -700 millones de reales (unos 290 millones de euros)- las pérdidas por el robo de energía en 2009.

Las redes criminales que imponen su ley y su orden en las favelas también generan ingentes cantidades de dinero negro con la compraventa de drogas y armas, aparte de emplear a muchos jóvenes, comprar voluntades y callar bocas mediante pequeños favores, como pagar unas medicinas o la bombona del gas a vecinos que lo necesitan. En la Rocinha, el jefe del narcotráfico se llama Antonio Bonfim Lopes, alias Nem. Hace años que la policía puso precio a su cabeza. No vive en la favela por motivos de seguridad, pero la rumorología local cuenta que hace poco apareció en un concierto al aire libre en la zona alta del suburbio. Iba escoltado y portaba un cordón de oro macizo de gran porte. Prohibió la presencia de fusiles entre el público. "Sólo quiero ver pistolas y escopetas, que, si no, la gente se asusta y las ventas caen", dijo. Razón no le faltaba.

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