sábado, 6 de marzo de 2010

La reforma laboral probará suerte | El Economista

La reforma laboral probará suerte | El Economista



No hay nada nuevo en el planteamiento que hará el gobierno federal a través de la Secretaría del Trabajo. Se trabaja en lo políticamente posible.

La mejora en las expectativas económicas para este año parece, por ahora, unánime. Claro que en el camino puede haber muchos factores que limiten ese optimismo que hoy comparten los analistas públicos y privados. Pero hoy, el que menos, le calcula 4% de crecimiento del Producto Interno Bruto mexicano en este 2010.

Pero, así como mejoran las expectativas de crecimiento del PIB, así son muy pocos los que creen que el empleo tiene posibilidades reales de despegar en este año. Las expectativas mexicanas, estadounidenses y mundiales, son de un bajo nivel de contrataciones.

Los expertos consultados mensualmente por el Banco de México tienen, en la última encuesta publicada, una expectativa de crear apenas 359,000 empleos registrados ante el IMSS. Que es una cantidad de plazas, entre temporales y permanentes, que no acaba de reponer los perdidos el año pasado.

La sobreoferta de mano de obra también afectará los niveles salariales.

Porque al tiempo que se espera una inflación de 5.21%, las negociaciones salariales contractuales no superarán 4.57 por ciento. O sea, una pérdida real del poder de compra de los trabajadores.

De hecho, la mayor parte del crecimiento que habrá de experimentar México este año será por mero rebote de Estados Unidos. Ya se nota en la actividad industrial un repunte derivado del sector exportador.

Por eso es que los analistas privados tienen bien identificado la ausencia de reformas estructurales como el principal problema para lograr un crecimiento más dinámico durante los meses por venir.

En orden, las reformas más urgentes son: al sector energético, fiscal, seguridad pública, desregulatoria y laboral. Entre estas cinco reformas se concentra 70% de la importancia de los cambios legales. La reforma política que tanto interesa a los partidos políticos apenas representa 1% en la atención de los que sí saben de economía y finanzas en el país.

Es interesante ver cómo los cambios en materia energética, fiscal y seguridad pública sí han tenido oportunidad de ser discutidos en el Congreso. Pero en los tres casos se ha desaprovechado la oportunidad de hacer las cosas bien.

Las modificaciones que se han hecho son de una mediocridad abismal.

Fueron verdaderos desperdicios de tiempo y recursos.

La reforma energética, por ejemplo, tiene como máximo logro una refinería ampliamente discutida pero con pocas piedras en su lugar.

La reforma fiscal logró un IVA a 16 por ciento. Y su máximo logro es un impuesto indirecto duplicado llamado IETU.

La reforma de seguridad se complementa con parches insuficientes y limitados.

La reforma laboral es la que ahora prueba suerte.

No hay nada nuevo en el planteamiento que habrá de hacer el gobierno federal a través de la Secretaría del Trabajo. El documento que prepara esta dependencia parte de un hecho: dentro del terreno de lo políticamente posible se puede avanzar en algo muy similar a lo necesario.

Ya escuchamos a Beatriz Paredes, hablando en nombre del más viejo y arcaico PRI, decir que el partido que ella representa no dejará pasar una sola modificación a los privilegios sindicales y de sus dirigentes.

Está claro que con ese nivel de vida y de votos, los menos interesados en que haya cambios son los dirigentes, partidistas y sindicales.

La mejor reforma laboral es la que pudiera diseñar desde las propias palabras, las propias iniciativas de los diferentes actores políticos.

Si no se flexibilizan los esquemas de contratación es posible que no pase nada. Más allá claro, de incentivar la economía informal sin prestaciones y las chicanas legales que aplican muchas empresas para hacerse de personal al margen de la ley.

Las modificaciones que está por proponer Javier Lozano Alarcón tienen un alto contenido social. Porque no se trata de querer tirar a los líderes sindicales. Es más bien cuestión de establecer candados a la discriminación; frenos al trabajo y explotación de menores; detección oportuna de riesgos de trabajo.

En fin que la iniciativa que se podría presentar durante los próximos días tiene que ver más con un trabajo de recolección y negociación política que con un intento de sorprender a nadie.

Todas las propuestas que contenga la iniciativa tendrán una clara paternidad y lo mejor es que en la cazuela de planteamientos cabrán las ideas de todos.

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