viernes, 12 de febrero de 2010

AMÉRICA CENTRAL: El trabajo informal, un nicho femenino - IPS ipsnoticias.net

AMÉRICA CENTRAL: El trabajo informal, un nicho femenino - IPS ipsnoticias.net

GUATEMALA, feb (IPS) - "Trabajo en la calle desde niña. Mis padres no me pusieron a estudiar y así es muy difícil conseguir un empleo", contó Carol Orozco, una vendedora ambulante de 31 años de Guatemala, en una historia repetida en América Central.

Orozco dijo a IPS que ahora debe rebuscárselas porque "tengo cuatro hijos que mantener, pues su padre no se ocupa de ellos", mientras ofrecía golosinas a los conductores de los vehículos en una céntrica calle de Ciudad de Guatemala, a la espera de que el semáforo se pusiese en verde.

Ella forma parte del contingente de mujeres centroamericanas que trabajan en la economía informal, un segmento donde superan con creces a los hombres.

Un 64 por ciento de las mujeres de la región trabajan en ese sector frente a 50 por ciento de los varones, según el Tercer Informe sobre Mercado Laboral en Centroamérica y República Dominicana, elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Sistema de Integración Centroamericana.

A Orozco le encantaría contar con un seguro social, un salario y prestaciones laborales, porque los 214 dólares que logra ganar al mes apenas le alcanzan para vivir y vestir, alimentar, educar y mantener sanos a sus hijos.

"Aquí trabajo, sin sanitario ni agua, de siete de la mañana a ocho de la noche bajo el sol, la lluvia y el frío", dijo la vendedora, armada de dulces y golosinas que, cual municiones, lleva atados al cuerpo para ofrecer a los automovilistas mientras el semáforo permanece en rojo.

Recuerda que una vez consiguió un empleo formal como vendedora de seguros funerarios. "Me ofrecieron novecientos quetzales (107dólares) a la quincena, pero después de haber vendido varios seguros y reclamar mi dinero, no me pagaron", dijo con una decepción persistente.

Ahora trabaja en una esquina de la zona 9 de la capital, un sector de edificios de oficinas muy transitado, donde compite con otros 11 vendedores ambulantes, con los que comparte lugar de trabajo y también las desventajas de la economía informal.

De las mujeres trabajadoras en Guatemala, 73 por ciento se ocupan en el sector informal, en El Salvador 64 por ciento y en Costa Rica 45 por ciento, según el estudio, que califica como informal al autoempleo, al asalariado en microempresas sin regular, al trabajo no remunerado y al servicio doméstico.

La pobreza, la falta de educación y la discriminación hacen que el panorama laboral para la mujer en la región se complique, si bien la población económicamente activa femenina, crece desde 2001 a un mayor ritmo que la masculina, de acuerdo al observatorio difundido en octubre.

"Con niños no aceptan a una en los trabajos", dijo a IPS Paulina Mazariegos, de 32 años, mientras ofrecía frutas frescas en una canasta, a la vez que cuidaba a su hijo Erick, de dos años, cerca de una parada de autobuses de la capital.

Según relató, apenas gana 3,5 dólares diarios, porque solo percibe una porción de las ventas y el resto queda para la dueña del pequeño negocio que le provee la mercancía.

Mazariegos sabe que su situación laboral es muy precaria, en parte porque nunca asistió a la escuela, ya que "antes los papás no lo mandaban a estudiar a uno". De modo que se ha ganado la vida trabajando en casas particulares o vendiendo comida.

Un 38,4 por ciento de la población ocupada en América Central no terminó la primaria y 73 por ciento tiene, si acaso, educación media incompleta, según el informe. De los 20 millones en edad de trabajar, 60 por ciento tienen "poca calificación", dice el estudio.

La región, con 43 millones de habitantes, está catalogada como una de las áreas más desiguales del mundo, donde la mitad de la población vive en condiciones de pobreza, según organismos internacionales.

En ese contexto, las mujeres son las que soportan menos oportunidades de empleo, ganan menos que los hombres en todos los sectores, en especial el manufacturero, y sufren un punto más de desempleo que los varones.

La ministra salvadoreña de Trabajo, Victoria Velásquez, recordó que dos de cada cinco personas que conforman la fuerza laboral del área son mujeres y que ello obliga a los Estados a adoptar políticas de "mayor inclusión" para no forzarlas a refugiarse en los nichos laborales más precarios.

La fuerza laboral de América Central y República Dominicana (país caribeño sumado a la subregión dentro de la OIT) es de 20 millones de personas, de los que 61,9 por ciento son hombres y 38,1 por ciento mujeres, con un elemento muy llamativo: 60 por ciento de la mano de obra se autoemplea y es informal.

La clave está en la educación. La tasa de participación en el empleo de mujeres con educación superior es de 69,4 por ciento, mientras solo 34,6 por ciento de las que carecen de instrucción son económicamente activas.

La participación laboral femenina es mayor en Guatemala (44,7 por ciento), seguida por Panamá (43,3 por ciento), Costa Rica (41,6 por ciento), El Salvador (41,3 por ciento), Nicaragua (38,5 por ciento) y Honduras (36 por ciento).

Otto Navarro, de la estadounidense y no gubernamental Iniciativa para la Equidad Global, dijo a IPS que el trabajo informal está creciendo en el área, según un estudio realizado en 2009 por su institución en Guatemala y Nicaragua.

Y como parte del fenómeno, destaca la participación de la mujer en las ventas callejeras, el sector de las artesanías y las labores agrícolas.

Las barreras de género saltan a la vista en sus investigaciones. Un 31 por ciento de los entrevistados en Nicaragua respondieron que los hombres tienen más oportunidades que las mujeres para conseguir un trabajo.

La discriminación laboral es repetitiva en los países centroamericanos. "Vine a poner mi negocio de ropa y los otros vendedores me dijeron que no podía hacerlo, así que tuve que cambiar mi producto y ahora vendo accesorios", dijo a IPS Ada Ortiz, de 33 años.

Obligada por lo poco que gana en su trabajo formal como terapista pulmonar, Ortiz instaló la pequeña venta en un mercado de la capital guatemalteca, para poder mejorar los ingresos y mantener a sus dos hijos.

Luis Felipe Linares, ex ministro de Trabajo en Guatemala y ahora miembro de la no gubernamental Asociación de Investigación y Estudios Sociales, dijo a IPS que hay una presencia importante de mujeres y jóvenes en el empleo informal, mientras persiste la discriminación de género.

"Las mujeres reportan ingresos menores por actividades similares a las que se dedican los hombres. También son los hombres quienes tienen mayor acceso a capital para poner negocios de mayor magnitud y eso les permite más ingresos", dijo el experto.

El principal obstáculo para generar empleos formales en América Central surge en las negociaciones entre el sector empresarial y laboral porque "es una negociación entre desiguales", según Linares.

"La temática laboral se resuelve a base de la negociación. Pero para que ese diálogo dé resultados beneficiosos para la mayoría, se necesita que el terreno de juego esté más equilibrado y que haya un buen árbitro con capacidad de propuestas y peso", dijo.

Irma Montes, dirigente de la Confederación de Unidad Sindical de Guatemala, dijo a IPS que el Tratado de Libre Comercio de América Central con Estados Unidos (Cafta, por sus siglas en inglés) y la crisis económica mundial aceleraron la incorporación de las mujeres a la economía informal.

"Las mujeres hasta se inventan formas para vender en los mercados o en la calle. Precisamente acabamos de ver formalizado un sindicato de vendedores de comida en triciclos", dijo la dirigente.

Pero mantener el negocio no es fácil. "A veces no las dejan vender, les recogen la mercadería porque no tienen autorización o por estar en lugares prohibidos", señaló Montes al detallar los maltratos a los que están sometidas las vendedoras ambulantes.

Las mujeres "exponen su vida a diario porque tienen necesidad de subsistir" ellas y sus familias, que en alta proporción están a su cargo exclusivo, sentenció. (FIN/2010)

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