Haití no necesitaba un terremoto para que su economía temblara. Según un informe de The Wall Street Journal, el 80% de la población ya vivía bajo la línea de pobreza en un país con un PBI de unos US$ 7.000 millones en el que las principales fuentes de ingresos son la agricultura de subsistencia, la exportación de ropa a Estados Unidos y las remesas de los emigrantes (25% del producto).
Pero los últimos años no habían sido tan malos. A pesar de los cuatro ciclones que asolaron el país en 2008 (según el diario, redujeron el PBI haitiano en un 15%), la relativa estabilidad política, la baja de algunos aranceles en EE.UU. y la condonación de deuda que logró de algunos acreedores (como el Club de París, que ayer pidió en su página Web que cundiera su ejemplo), habían mejorado las perspectivas de crecimiento. El terremoto terminó con todo eso. Según el Financial Times, la primera urgencia ahora es restaurar un sistema financiero que permita al gobierno pagar a sus trabajadores: "Con todos los bancos cerrados, los haitianos se están quedando sin efectivo para las transacciones básicas".
Por qué tan pobres
La tragedia ha servido también para que los economistas de todo el mundo vuelvan a preguntarse por qué ese pequeño país ha vivido hasta ahora condenado a la pobreza. En su blog Marginal Revolution, el especialista en desarrollo, Tyler Cowen, hace un original recuento de las causas posibles: desde la "maldición" que castiga a los países que dependen de la exportación de una materia prima (azúcar, en el caso haitiano), hasta la posibilidad de haberse independizado de Francia demasiado pronto. "Para Guadalupe y Martinica (islas del Caribe que nunca se emanciparon), la ayuda de Francia representa una gran parte de su PBI".
En el apartado de las soluciones, Cowen señala la eliminación total de aranceles para todo el azúcar que proceda de la isla, permitir la importación de mangos haitianos son las ideas más tradicionales. Entre las audaces: definir los derechos de la gente que está ocupando casas, invitarlos a las casas de los barrios deshabitados de Nueva Orleans y cambiar el objeto de la misión estadounidense en Guantánamo.
Soluciones
En su blog The Kaufman Governance Post, el chileno especialista en gobernanza y desarrollo Daniel Kaufman sugiere que la comunidad internacional se implique esta vez durante un período más largo que lo habitual y de forma más entrometida: "Esto no quiere decir que un solo país o una sola institución deba tomar pleno control de la situación (...) Cada institución y país tiene una ventaja competitiva diferente (...) Una división del trabajo funcionaría mejor".
Neil Reynolds escribe en The Globe And Mail que la clave está en la libertad para comerciar: "Muchos haitianos luchan para sobrevivir en la economía informal. Sus gobiernos siempre impusieron costos prohibitivos para el comercio. Los principales negocios del país, entre ellos los bancos, siempre fueron manejados por el gobierno".
El ex consejero sobre Haiti en la ONU, Paul Collier, propone en Foreign Policy la creación de un fondo multimillonario que "no se centre en la reconstrucción sino en preparar el camino para un cambio duradero": generar empleos en centros urbanos, menos vulnerables ante las tormentas, riadas y actividad sísmica; modernizar la agricultura; y desarrollar áreas como el turismo, la manufactura ligera y el biodiesel. En la misma revista, el especialista en energía Dan Schnitzer defiende la creación de unidades familiares para la generación de energía solar: "Los primeros kilowatios-hora que consume una persona tienen un gran impacto en su calidad de vida".
Consejos
Para las empresas con verdadera vocación de servicio, Business Week aconseja que se desvíen de la conducta habitual y sigan donando cuando haya pasado la atención de los medios. Pero tal vez el consejo más controvertido es el de Felix Salmon en su blog de Reuters. Titula su post: "No den dinero a Haiti". Después de una lectura cuidadosa, algo que no practican mucho los internautas, se ve que la intención de Salmon era desincentivar las donaciones blindadas que no permiten a los organismos que las reciben invertirlas en otro destino: "Al permitir que tu dinero sea invertido en otro lugar, ayudás a gente con graves necesidades en otras partes del mundo".
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