jueves, 9 de julio de 2009

Cómo generar empleo destruyendo riqueza

Hace unos pocos días el Dane nos ha proporcionado información sobre el producto nacional y la fuerza de trabajo. Entre estos dos agregados debe existir alguna relación económica y al parecer todo cuadra: el Producto Interno Bruto decrece y el desempleo aumenta. Esta coherencia económica desaparece, sin embargo, si miramos la misma relación de otra perspectiva, tal vez más correcta.

Esta es: dado que la producción de bienes y servicios requiere la utilización de fuerza de trabajo, cuando el PIB disminuye, igual debería pasar con el empleo. Curiosamente, los cuadros anexos nos muestran otra cosa: durante los últimos seis meses el PIB ha disminuido y por el contrario la ocupación ha crecido a tasas crecientes, pasando de -3,4 por ciento en noviembre de 2008 a la notable cifra de 4,8 por ciento en mayo pasado.

El anterior resultado pasa de curioso a extraño cuando se observa que los dos sectores que más contribuyeron a la creación de la riqueza nacional en estos tiempos tan difíciles -la minería y las finanzas- fueron también los que más empleos destruyeron en 2009: casi 160.000.

Por otro lado, las ramas de actividad que más disminuyeron su producción fueron las que más generaron empleos: casi 380.000 trabajadores entre agricultura, industria, comercio y transporte.

Podría argumentarse que siempre existe algún rezago entre producción y empleo, en el sentido de que las empresas no relevan inmediatamente su mano de obra tan pronto como los negocios empiezan a empeorar; por lo general esperan algún tiempo. Como veremos más adelante, aquí no hay ningún rezago en despedir personal, sino intención de enganchar más trabajadores. Por el momento basta recordar que, así como era de esperarse y a diferencia de lo ocurrido este año, durante el último trimestre del 2008 el PIB y la ocupación cayeron de la mano, el primero al 1 por ciento y la segunda al 1,3 por ciento. Así que, los antecedentes sugieren que de rezago no se puede hablar.

Otros pueden sostener que los movimientos discordantes entre producción y empleo registrados en 2009 se deben a un aumento de la participación laboral. En efecto, en periodos de recesión puede aumentar el número de colombianos que se declaran disponibles para trabajar.

Sin embargo, por lo menos en principios, habría que esperar que este incremento sea provocado principalmente por el aumento del desempleo. Y junto a la desocupación puede crecer también el empleo informal por cuenta propia; por ejemplo los vendedores ambulantes. Así que, no es por nada raro que el empleo crezca en períodos de crisis. Lo que no convence es que, al contraerse la producción nacional, éste se expanda a tasas mayores y por encima del incremento de la población en edad de trabajar, con lo cual aumenta también la tasa de ocupación. Esta última mide la probabilidad promedio de estar ocupado en Colombia y ha pasado de 52,8 por ciento en mayo del 2008 a 54,4 por ciento en el mismo mes de 2009. ¿Quién lo creería? Hoy tenemos 851.000 trabajadores más que hace un año. Un aumento sensacional dada las dificultades económicas que enfrenta el país.

El análisis del cuadro anexo nos permite revelar otros fenómenos interesantes del punto de vista laboral. Por ejemplo, la caída vertical del empleo público, lo cual tampoco se concilia con el carácter anticíclico de debería tener la política laboral. Durante el trimestre marzo-mayo de este año, y respecto al mismo periodo de 2008, poco más de 80.000 servidores públicos perdieron su puesto.

Esta cifra casi equivale al número de empleos adicionales que debe garantizar el Plan 55 billones. Valga, entonces, la pregunta: ¿es cierto que los gobiernos, central y/o territorial, están despidiendo tanta gente?

Y surgen otras preguntas. Por ejemplo, ¿por qué deberían las firmas colombianas enganchar siempre más trabajadores? De hecho, el último dato disponible de las encuestas de hogares nos indica que las empresas del sector privado incrementaron su nómina en un 6,3 por ciento. ¿Por qué si su producción disminuyó, así como nos manifiestan las encuestas sectoriales y las variaciones del PIB, ellas han contratado más trabajadores?

Es muy probable que el empleo generado recientemente no sea de buena calidad, tanto que se trate de empleo por cuenta propia como asalariado. A pesar de ello, en momentos de crisis, un empleo precario es mejor que nada. De ello se deduce una inquietante lección de política: para aumentar el empleo -por bueno o malo que sea- hay que destruir riqueza (el PIB debe contraerse). Lo cual tampoco suena como muy lógico.

De ser ciertas estas cifras de las encuestas de hogares cabrían otras importantes deducciones de política. Por ejemplo, que Colombia actualmente necesita, más que una política de estímulo a la generación de plazas de trabajo, una que mejore la calidad de la gran cantidad de empleos que se han generado.
STEFANO FARNÉ. Director Observatorio del Mercado Laboral, Universidad Externado.

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