El 36,4 por ciento de los asalariados trabajan “en negro”, según informó ayer el Indec. El dato corresponde al primer trimestre y evidencia una caída interanual de 0,9 punto. Ese supuesto blanqueo resulta sorprendente en el actual contexto de crisis, donde la preocupación principal del Gobierno es que las empresas no despidan personal. La explicación oficial es que el empleo asalariado formal empezó a caer en el cuarto trimestre, pero previamente crecía. Por eso todavía se observa una baja interanual del empleo “en negro”. El problema de ese argumento surge cuando se compara el primer trimestre de este año con el cuarto trimestre de 2008, porque la caída del trabajo informal es aún mayor (1,4 punto). En este caso, la explicación del Gobierno es que en ese período la tasa de empleo cayó 0,3 por ciento y se debió fundamentalmente a la destrucción de trabajo informal. Si se sigue el razonamiento, la baja con respecto al último trimestre no sería consecuencia de un mayor blanqueo sino de destrucción de puestos informales. Algo verosímil si se toma en cuenta que la desocupación aumentó con respecto al cuarto trimestre de 7,3 a 8,4 por ciento.
La población de referencia que toma la Encuesta Permanente de Hogares del Indec son 31 aglomerados donde habitan 24,5 millones de personas. De ese total, 11,3 millones conforman la Población Económicamente Activa, siendo 10,3 millones los ocupados y 948 mil los desocupados. Entre los ocupados, el 76,4 por ciento son asalariados y de ese total, al 36,4 no se le realizan descuentos jubilatorios y no tiene obra social ni cobertura ante riesgos de trabajo. Los que están en esa situación son 2,8 millones de personas, concentrados en los 31 aglomerados relevados.
El norte del país es la zona con mayor grado de informalidad. En el noroeste el empleo no registrado representa el 45,3 por ciento (hace un año era 46,5) y en el noreste, el 41,4 por ciento (44,9). Luego sigue Cuyo con 39,2 por ciento (41,6), la región pampeana con 36,3 (36,6) y el Gran Buenos Aires con 35,4 (36,2); en esta última región se incluye a la ciudad de Buenos Aires y a los partidos del conurbano. La Patagonia, en cambio, atraviesa la mejor situación en términos relativos con “apenas” el 22,1 por ciento de sus asalariados “en negro”, aunque es la única región donde el porcentaje de informales aumentó con respecto a igual período del año pasado (hace un año eran el 21,5 por ciento).
Luego de seis años de crecimiento económico, los porcentajes de informalidad continúan siendo altos en términos históricos. En la década del ’80, el empleo “en negro” promedió el 20 por ciento y en los ’90 superó el 30 por ciento con flexibilización laboral incluida. En 2000 ya estaba en 37,4 y en 2001 trepó a 38,5 por ciento, apenas por encima del 36,4 por ciento actual. No obstante, esta última cifra representa una mejora significativa con respecto al 49,7 por ciento registrado en 2003 como consecuencia de la crisis de fines de 2001 y comienzos de 2002.
Pese a seguir siendo una cifra relativamente alta, el 36,4 por ciento de informalidad genera sospechas porque representa una baja en relación a igual período de 2008 (0,9 punto) y también con respecto al trimestre anterior (1,4 punto), en un contexto caracterizado por una profunda crisis económica internacional que impactó en el país. La desconfianza se agudiza aún más porque el dato proviene del fuertemente cuestionado Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Sin embargo, la explicación que fuentes oficiales ofrecieron a Página/12, detallada al comienzo de este artículo, revela que la baja de la informalidad pareciera tener una lógica, aunque para ello debería comprobarse que la destrucción de empleo registrada en el primer trimestre se produjo fundamentalmente entre los informales y lo cierto es que con los datos disponibles eso no es más que una hipótesis. Del índice de desempleo no se desprende cuántos trabajadores formales y cuántos informales perdieron su empleo.
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