martes, 19 de mayo de 2009

La economía busca una salida… sumergida

18 de mayo de 2009 a las 6:07 pm

En épocas de crisis, además del paro, la morosidad, el déficit público o los EREs, hay cosas que, aun creciendo, no son tan negativas como aquéllas. En concreto, la economía sumergida: ilegal o alegal, pero economía (se valora en un 20 por ciento del PIB, que, claro está, no se contabiliza en tal PIB). La economía, como el agua, siempre busca y encuentra una salida. Cuidado, no estoy defendiendo que la gente no se dé de alta para ejercer una actividad, o que no declare las horas de pluriempleo que echa aparte de su trabajo habitual; ni tampoco la “evasión” de impuestos y cotizaciones que esto supone, ni muchísimo menos el hecho de que se emplee a gente sin darla de alta ni garantizarle seguridad y otros derechos. Pero igual que la construcción es una vaca flaca pero es nuestra vaca, la economía sumergida es, a la postre, economía. Según oportunos estudios, la economía sumergida -muy difícil de calibrar, por algo se llama como se llama: no “se ve”- parece estar creciendo como la espuma, en un porcentaje superior al del descenso del PIB (magnitud en la que, ya decimos, no computa la actividad económica informal, aunque se valora la producción oculta en cerca de un 20 por ciento del PIB en el caso español). Y eso, en cutre, no deja de ser una compensación positiva: lo que se evapora en la economía formal -el PIB- se condesa en la informal. El Gobierno, además, parece estar dispuesto a hacer la vista gorda, más en lo fiscal que en lo laboral. De hecho, desdice a los inspectores de Hacienda, cuyo portavoz, Francisco de la Torre dice que no habrá más medios para vigilar el aumento de las actividades fuera del control público (en Estados Unidos, Obama ha creado 900 plazas nuevas de inspectores, con el objetivo de controlar esta forma de fraude).

La crisis, en suma, supone un envilecimiento social, un paso atrás de las relaciones entre Estado, personas y empresas. Sin embargo, no creo que lleguemos a ver realizada la tesis del último libro de Vicente Verdú (Capitalismo funeral, ahí es nada), agorero al máximo, según quienes lo han leído. Verdú dice que la crisis es un escenario muy muy parecido al de una posguerra. No adelantemos el cataclismo empujando con los peores augurios posibles: la realidad es de por sí bastante jodida, y disculpen la expresión.

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