lunes, 13 de abril de 2009

Seis de cada diez prendas se fabrican de manera ilegal

Alejandra Gallo.
agallo@clarin.com

La polémica feria de La Salada nació en 1991 gracias a un puñado de 100 puestos que vendían productos fabricados por ellos mismos en un reducido predio de Lomas de Zamora. Hoy, en cambio, sus dimensiones explotaron. Abarca tres islas propias: Ocean, Urkupiña y Punta Mogotes que, a su vez, engloban más de 10.000 puestos de venta. Y su operatoria involucraría la complicidad del ámbito político, punteros provinciales y la policía bonaerense y Federal, según los empresarios consultados.

En los tablones, equivalentes a los mostradores de los negocios que operan en blanco, hay de todo un poco: productos electrónicos, ropa para grandes y chicos, DVDs, CDs, calzados, juguetes y cosméticos. No hay un solo probador, ni tickets, ni escaleras mecánicas como en los shoppings. Ahí se compra a ojo y es el reino exclusivo del regateo y del pago en efectivo.

"La Salada es una de las ferias ilegales más grandes de toda América Latina, allí se vende ropa falsificada, se usurpa la propiedad intelectual, se evaden impuestos y se infringen todas las leyes", le dijo a Clarín Oscar Pérez Larumbe, presidente de la CIAI, la cámara que agrupa alos fabricantes de indumentaria de marca.

Para los empresarios que operan en blanco, 6 de cada 10 prendas que se producen en la Argentina se fabrican de manera clandestina; es decir provienen del contrabando, la fabricación en negro o la falsificación de marca. Si bien es dificultoso tener estadísticas sobre un mundo que produce y comercializa clandestinamente, ese cálculo de la CIAI se realizó en base a estadísticas sobre contrataciones en negro, que efectuó el Ministerio de Trabajo. Hace cinco años, en pleno boom del consumo, los cálculos privados estimaban que la relación era de 4 a 10 prendas.

Pero desde la perspectiva de los bolsillos apretados de quienes la visitan, esa feria significa la posibilidad de vestir a una familia con precios más accesibles que los que ofrecen los locales comerciales.

Por ejemplo: una misma zapatilla de lona que en La Salada se vende a 60 pesos; en Avenida Santa Fe no baja de 199 pesos. Un pantalón clásico de jean (de marca trucha) sale 70 pesos en la feria donde se compra a ojo pero al menos 150 pesos en un local con probador. Una remera de algodón para niños se puede conseguir desde 5 pesos mientras que en una casa de marca infantil ese mismo producto cuesta 35 pesos más. Son algunos ejemplos que aportó Alejandro Salvador, apoderado legal de varias marcas de ropa y que constató este diario. La diferencia, según explicó radica en que quien fabrica en negro no paga ningún impuesto ni carga previsional.

Un informe realizado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) para Clarín calificó a esa feria como "el principal aportante a un circuito mayorista de comercialización ilegal".

La entidad, que preside Osvaldo Cornide, consideró que en el 2001 el fenómeno "derivó en la creación de 'Saladitas' en todo el país" y advirtió que "si se sigue dejando avanzar, la Argentina se convertirá en el abastecedor de productos truchos al mundo".

El titular de la Cámara de Comercio, Carlos de la Vega, contó que al ir de vacaciones a Misiones descubrió que existían tours de compra a la Salada para la reventa. "Atrás de ese fenónemo hay organizaciones ilegales y clandestinas, se venden mercaderías robadas y de contrabando", sintetizó.

Aunque La Salada sólo funciona los jueves y domingos pone en juego un complejo engranaje económico, social y político. Se calcula que la visitan por mes 400.000 compradores de todo el país, entre minoristas y mayoristas, pero también desocupados que encontraron en la venta puerta a puerta una forma de ganarse la vida.

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