lunes, 23 de mayo de 2011

Solo dos de cada cien trabajadores son formales en las zonas rurales

En la primera parte de esta década se hablaba de un ‘boom’ del sector agrario en Latinoamérica y el Caribe. Sin embargo, hay una realidad paralela en la mayoría de estos países: el elevado índice de pobreza rural.




De acuerdo con el informe “Políticas del mercado de trabajo y pobreza rural en América Latina”, elaborado por la FAO, OIT y Cepal, en los últimos 28 años este indicador pasó del 60% al 52%, solo una reducción de 8 puntos porcentuales.



Esas organizaciones postulan que el avance económico no ha tenido repercusión en la reducción de la pobreza rural dado que este solamente impactó en algunos productos, regiones y empresas.



En la mayor parte del sector agrícola todavía siguen predominando los trabajos informales, las bajas remuneraciones, la violación de los derechos laborales y la falta de acceso a los servicios de seguridad social, todo esto ante el déficit de la creación de empleo decente.



El Perú no escapa de esta realidad.



Para Fernando Eguren, consultor de la FAO, existe en el mercado laboral agropecuario peruano (sector que concentra al 76% de la PEA rural ocupada) dos situaciones: la de la gran agricultura, dedicada a la exportación, y la de la pequeña, que satisface la demanda interna.



Si bien es cierto que la primera tiene la mayor proporción de trabajadores contratados que cumplen todos los requerimientos de la ley, las jornadas temporales –algunas veces– han contribuido al trabajo informal, al punto que dos de cada cien trabajadores rurales pobres son formales, prácticamente nada.



Esto obviamente repercute en el pago de salarios. Según el informe, en las empresas de más de 500 trabajadores de la costa rural, el 39% afirmó que recibe ingresos por debajo de la remuneración mínima vital. Situación que se agrava en las mypes, en las que el 81% de los trabajadores no gana más de S/.550.



Y eso que no hablamos de otros beneficios. Según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) del 2008, el 74% no tiene contrato alguno. Cabe señalar que en estos ámbitos es muy común tener convenios verbales.



Eguren explica que si bien a nivel general la tasa de sindicalización en el país es muy baja, en el Perú rural es aun menor. Dentro de la población pobre, el 48,9% no está sindicalizado, mientras que en la no pobre, esta cifra se eleva a 51,1%.



“Esta baja tasa de sindicalización tiene relación con la incidencia de la pobreza”, puntualiza.



LAS MEDIDAS

Una de las mayores críticas que se hicieron durante la presentación de este informe fue que algunos gobiernos de Latinoamérica no toman en cuenta la realidad de las zonas rurales para elaborar las leyes.



En ese sentido, Francisco Verdera, especialista en temas de empleo de la OIT, aseguró que, en el caso del Perú, el campo de acción de las direcciones regionales de trabajo es muy limitado, porque cuentan con pocos funcionarios debido al bajo presupuesto que se dirige a estas instituciones.



Por su parte, Miguel Caillaux ,de la Asociación de Ganaderos Lecheros del Perú, remarcó la importancia de generar una mesa de diálogo tripartita, en la que participen, junto con el Gobierno y los sindicatos de trabajadores, los representantes de las grandes, medianas y pequeñas empresas del sector agricultura, tal y como se hace en países como Brasil.



CLAVES

El problema del trabajo infantil

En nuestro país, el trabajo infantil sigue siendo un gran problema, sobre todo en las áreas rurales, en donde los niños se desempeñan -principalmente- en actividades agropecuarias.



Según las cifras de la Enaho del 2008, la tasa de ocupación de niños de 6 a 17 años fue de 48% en la zona rural, un incremento en un punto porcentual con respecto al año anterior.



Este estudio también demostró que de cada diez niños que trabajan, tres lo hacen para ganar un sueldo.

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